Cadenas
NEGRITASMediodía. Sol. Dos señores encadenados a la puerta de una sala de exposiciones de Málaga. El del lado de acá, que se llama Antonio, se queja un poco. Se ha apretado demasiado la cadena. "Me podía haber dejado un eslaboncito más", suspira, frotándose la muñeca. Pero sigue firme, que esto no es una performance, sino una manifestación. Los trabajadores de Multiser-Faisem protestan contra unos despidos que consideran improcedentes, y contra el cambio de filosofía de la empresa que, dicen, ha perdido de vista su objetivo. A saber, la integración social y laboral de los enfermos mentales. Alrededor de los encadenados hay sindicalistas de la CGT y jóvenes del Movimiento Contra la Pobreza, la Exclusión y el Paro, presionando. Celia Villalobos tiene que venir, y con ella, una nube de periodistas. La tele y todo. Después de un breve silencio, Antonio pregunta, mirando la cadena, "¿la alcaldesa se salta el protocolo?". Respuesta: "Hombre, si lleva pantalones...". Mala suerte. Lleva falda. Villalobos se acerca a velocidad de crucero y quiere pasar por la puerta grande, justo donde pende la cadena. "Hombre, por Dios", exclama, "esto no tiene sentido". A dos pasos, María Victoria Romero, concejala de Bienestar Social, con cara de "Vaya por Dios". La alcaldesa: "Por favor, quitad la cadena, que así no beneficiáis a nadie". Los autores de la protesta: "No". Romero, reconviniéndoles dulcemente: "¿A que no nos habéis pedido una entrevista para hablarlo con calma?". Una chica: "Pero el Ayuntamiento no tiene competencias en esto". La alcaldesa, restallando lógica por los cuatro costados: "¿Y entonces, porqué no ponéis la cadena a la entrada de la Delegación de Trabajo?". Romero, llena de buenas intenciones, sottovoce: "Aunque no sea competencia nuestra, alguna manita podremos echar". Los protestantes, convencidos: "Que no la quitamos". La alcaldesa, resignándose a pasar por un lateral: "Pues no me parece bien". Los encadenados: "Bueno". Villalobos, superado el obstáculo y rodeada de cámaras, se encamina a inaugurar la feria de iniciativas de personas discapacitadas. Los encadenados se miran con aire de interrogación. ¿Y ahora? Un rato de quietud. Dentro, ante los micros, la alcaldesa llama inútil a Carmen Calvo, pero fuera no se siente nada. Una hora. Dos. Los encadenados se sueltan, se comen una pizza y se beben una cervecita allí mismo, solos los dos. "¿Tú crees que pasará algo?".MARÍA HERNÁNDEZ MARTÍ
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