Un referente dentro y fuera
Ya no quedan futbolistas como Figo; así es que desde hace un tiempo se le trata con cierta veneración, pese a su insistencia en responder ante la hinchada y no frente a la crítica. Juzgado con perspectiva, el portugués es un personaje determinante para entender la jerarquía del Barça en la liga y explicar el proceder del plantel azulgrana. Nombrado segundo campitán, Figo es hoy un jugador de club por excelencia, una especie en extinción dado el mercadeo que preside el fútbol.Nadie más rentable que el portugués. Económicamente, porque el Barça le fichó del Sporting Lisboa por 350 millones en el curso 1995-1996, cuando se invertía futbolísticamente en los jugadores y no publicitariamente, y deportivamente en tanto en cuanto es un jugador único por lo que juega y lo que hace jugar.
Mientras Guardiola maneja al equipo desde la portería hasta la línea de tres cuartos, Figo lo pone frente al marco contrario, siempre en disposición de elaborar la última jugada. No se lesiona, le da igual jugar con unos que con otros, frente a quien sea, donde digan y en las circunstancias que se impongan. Toma la pelota en una u otra banda, preferentemente la derecha, balancea, flexiona las piernas, dobla el espinazo, como si tuviera joroba, baja el punto de gravedad hasta donde solía hacerlo Laudrup y tira hasta el banderín de córner o centra como sólo centran los extremos para la llegada del ariete o los volantes o, si conviene, se mete por el callejón de los interiores hasta llegar al portero.
Figo se sintió siempre volante o media punta, pero ante la desaparición de los extremos, Cruyff le reconvirtió en un jugador de banda, uno de los mejores, pues regatea, desborda y se va siempre en el uno contra uno.
Versátil, generoso, hacendoso y vertical, a Figo no le quema la pelota sino que la mejora. Gusta de abrir el campo y de encarar a su marcador, para salir por dentro o por fuera con un regate o con una bicicleta, así como recibir de espaldas, en contacto con el zaguero. Futbolista completo, con grandes recursos, sobre todo en el giro, se distingue más por sus asistencias que por los goles. Fue siempre un valor seguro, referente dentro y fuera del campo, porque en cada momento hace lo que demanda la jugada o la jornada. A veces es hábil y otras insistente, pero siempre resulta fiable, honesto y con un gran sentido del deber.
Frente a la conflictividad social originada por la manera como se despidió a Cruyff, Figo y Guardiola simbolizan la transición entre el ayer y el hoy. El Barça de Van Gaal difícilmente habría conectado con el de Cruyff sin el concurso de un jugador como Figo.
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