Bastó el olfato de Raúl y Morientes
El Madrid se clasifica para la siguiente ronda en un partido discreto marcado por la pésima actuación de Bizzarri
El Madrid siempre da materia para la conversación, hasta en partidos como éste, perfectamente olvidables. Pero el equipo da que hablar, con Toshack a la cabeza. Toshack dice que cambia de jugadores y de esquemas porque le apetece. Caprichos típicos de los entrenadores que ganan partidos a porrillo. No es el caso de Toshack, empatador tenaz en el mejor de los casos. Frente al Olympiakos sacó un equipo interesante, o al menos más natural que de costumbre. Había la dosis justa de defensas, centrocampistas y delanteros. Sólo Guti pareció incómodo en el lugar de Savio. Sin embargo, se trataba de un equipo que vale como punto de partida. Vale decir también que el Olympiakos fue la típica cuadrilla que mejora a cualquier rival. En Chamartín se cayó a trozos, con un ataque de pánico impropio de un equipo que disputa la competición más importante de Europa. Así y todo, este equipito se atrevió a complicar la vida al Madrid en el segundo tiempo, ante el estupor de la escasísima parroquia. Porque ésa es otra: hay un cierto tufo a desbandada en la afición, que no admite más bromas.Como el partido sólo resultó levemente interesante en los primeros 20 minutos, la gente comenzó a tomar nota de los jugadores. De los que sirven y de los que no. Entre éstos se abre paso Bizzarri, portero muy recomendado en ciertos corrillos futbolísticos argentinos, pero temible según lo que se ha visto hasta el momento. Bizzarri elevó a la enésima potencia todas las dudas que han provocado Illgner y Casillas esta temporada.
REAL MADRID 3
OLYMPIAKOS 0Real Madrid: Bizzarri; Geremi (M.61 Michel Salgado), Hierro (M. 40 Iván Campo), Julio César, Roberto Carlos; Helguera, Redondo; Seedorf, Guti (M. 70 McManaman), Raúl y Morientes. Olympiakos: Eleftheropoulos; Amponsah ( M.61 Yannakopulos), Karataidis, Anatolakis, Amanatidis; Mavrogenidis (M. 75 Nianidis), Poursanidis, Passalis, Djordjevic; Zahovic y Gogic. Goles: 1-0. M. 21 Morientes caracolea en el área, le pone la pelota a Raúl que marca con la derecha. 2-0. M. 62. Error defensivo del equipo griego, Guti empalma y Morientes aprovecha para anotar. 3-0. M. 83. Bizzarri saca rápido el balón se lo da a Seedorf que corre la banda y pasa a Roberto Carlos que marca. Árbitro: Markus Merk (Alemania). Amonestó a Amponsah y Mavroguenidis. Unos 12.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu. El Real Madrid se clasifica para la siguiente fase de la Liga de Campeones.
Los porteros del Madrid están sometidos a un síndrome que seguramente les hace parecer peores de lo que son. Hasta es probable que sean excelentes guardametas, pero las cosas como son: por ahora, les viene grande su trabajo. Uno por veterano, otro por chiquillo y Bizzarri porque está destruido, con el sistema nervioso como una bolsa de canicas. Su actuación frente al Olympiakos le desacredita para las exigencias de su puesto en el Madrid. Por lo que parece, no se ha recuperado de su error ante el Oporto: aquella pelota inocente que se tragó junto a Jardel. Ayer repitió el error en otro baloncito que se le escapó de las manos como una pastilla de jabón. Todo el mundo se quedó paralizado en el área, menos Gogic, que acudió al remate, y Roberto Carlos, que desvió la pelota de un manotazo, convertido en lo que Valdano ha definido como portero izquierda. De eso juega últimamente, como corrector de los errores de los porteros del Madrid. Unas veces le ven, y otras, no. Le vieron frente al Valencia, y no se enteraron los árbitros frente al Oporto y el Olympiakos. A los jugadores griegos les llevaban los demonios. Con muchísima razón. Pero los árbitros están en los partidos para dar la nota. Los españoles y los extranjeros: todos hacen el papelón.
Bizzarri actuó de forma extravagante hasta bien entrado el encuentro. Indeciso en las salidas, blando, nervioso, el portero vivió un tormento. Sabía que su carrera en el Madrid estaba en peligro, certeza que le oprimía cada vez más. Bizzarri terminó por desviar todas las miradas del encuentro. El equipo también se distrajo. Comenzó de forma aceptable, con Morientes y Raúl como protagonistas. Morientes entró habitualmente por la izquierda y dio media docena de pases estupendos. Uno de ellos lo aprovechó Raúl para marcar el primero. El Madrid jugaba medio bien y no había quejas. Así durante un rato, porque el Madrid juega a ratos. No, a ratitos, en una especie de defensa de lo efímero. Algo así como aquella moda de lo pequeño es bello. Se nos hace minimalista el Madrid. No por su estilo, sino por su cicatería para jugar como es debido un partido completo.
Durante varias fases del encuentro prevaleció el acomodo, el desorden, el aburrimiento. Tanto que el Olympiakos fue capaz de dar tres pases y llegar al área madridista, confiado en el desconfiado Bizzarri. Los griegos no fueron más lejos. Sus deficiencias no se lo permitían. Cuando comprobaron que no tenían posibilidad alguna en Chamartín, se entregaron. El Madrid aprovechó para acercarse a la portería griega, cada vez con más frecuencia y facilidad. El público, que se había quejado del juego de su equipo, vio que había materia para la goleada y se dejó de censuras.
Sin demasiado entusiasmo, el Madrid llegó y marcó. Morientes consiguió el segundo. No es noticia: Morientes y Raúl son garantía en el área. El tercero correspondió a Roberto Carlos, que entró como una bala por su carril y cerró la cuenta.
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