Una noche de "rock and roll"

José Ignacio LapidoRoxy Club. Valencia, 22 de octubre de 1999

A los granadinos 091 siempre les ha acompañado -antes y después de su disolución, en el año 1996- una cierta aureola de grupo maldito. Las ventas de sus discos nunca fueron equiparables a su elevado prestigio, pero sus conciertos eran auténticas celebraciones repletas de aficionados al buen rock. En su recién estrenada carrera en solitario, José Ignacio Lapido -guitarrista y compositor de la mítica formación- sigue gozando de la admiración y el respeto de los fans de 091 -a la tercera canción, ya se le estaba demandando la añeja Fuego en mi oficina-, aunque, a estas alturas, difícil será que consiga renovar su público o, por lo menos, abrirse un hueco entre las nuevas generaciones. Para bien o para mal, el patrón empleado para la elaboración de los temas de su reciente elepé Ladridos del perro mágico sigue siendo el mismo que ya usaba -y bordaba con maestría- hace una década. Encima -está en su derecho, claro-, su actual repertorio en directo se nutre en buena medida del cancionero de su antigua banda: La canción del espantapájaros, Espejismo nº 8 o la excelente Sigue estando Dios de nuestro lado. Ni qué decir tiene que fue al sonar estos temas, ingeniosamente reservados para el tramo final del concierto, cuando el público estalló en una especie de éxtasis colectivo que puso a más de uno -músicos incluidos- los pelos de punta.La edad y el talento

No sería justo, sin embargo, ignorar o despreciar el presente de Lapido. Poco importa que su voz no alcance las cotas de su antiguo compañero José Antonio García porque tanto cuando aprieta el acelerador -Roto, El Dios de la luz eléctrica o Furioso con el mundo- como al aminorar la marcha -A mil años luz o Hablando en sueños- deja patente que el talento se acentúa con la edad y la experiencia. Hoy como ayer, Lapido sigue impartiendo ante sus fans intachables y tremendamente disfrutables lecciones de rock and roll.