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Reportaje:

Comerciantes del norte de África copan las calles del centro de Alicante La ciudad se asemeja a un gran zoco magrebí

La historia se repite, pero a la inversa. A principios de siglo la colonia de trabajadores alicantinos en Orán (Argelia) era casi tan numerosa como la población de la capital valenciana. En el ocaso de la centuria, la población flotante argelina y de otros países del Magreb en Alicante aumenta día a día y muchos de ellos se han instalado de manera permanente al socaire de la actividad comercial a pequeña escala y sus bazares copan la parte baja del casco histórico de la ciudad.

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Otro núcleo importante de empresarios argelinos, con mayor volumen de negocio que el los bazares alicantinos, está radicado en el área de Elche-Crevillent, y se dedican preferentemente al comercio al por mayor. La proximidad geográfica y la existencia de un permanente puente de comunicación (el ferry Alicante-Orán, con viajes semanales de ida y vuelta) es la clave de esta cada vez más intensa interrelación socio-económica entre Alicante y el norte de África. Un ejemplo, de esta aseveración son los cerca de 50 establecimientos comerciales (bazares), regentados por empresarios magrebíes (argelinos y marroquíes, mayoritariamente, aunque también hay otros explotados por inmigrantes del África negra, en concreto del Senegal) que están convirtiendo a la parte baja del casco histórico de Alicante en un gran y exclusivo zoco. Estos establecimientos se han asentado entre las calles de San Fernando, Rafael Terol, Altamira y la plaza de Gabriel Miró. En estos bazares se vende todo tipo de productos, aunque la mercancía que predomina son los productos textiles (mantas y edredones), los artículos de piel (zapatos) y productos electrónicos (relojes y radios). Los bazares se abastecen básicamente de los fabricantes provinciales, a quienes compran al por mayor, para después vender al detalle a los argelinos. "Nuestra función es muy importante, ya que hacemos de intermediarios entre los fabricantes alicantinos y los consumidores argelinos", explica un palestino, propietario de un bazar que declina identificarse. "Pero el aluvión semanal de argelinos que llega en el ferry no sólo nos compra a nosotros, sino que son clientes habituales de los supermercados y grandes supercies comerciales de la ciudad, donde adquieren todo tipo de productos, especialmente los de primera necesidad", añade este comerciante.

La proliferación de estos establecimientos, cuyos principales clientes son los argelinos que semanalmente en viajes de 72 horas cruzan el mar en ferry, está acarreando ya las primeras tensiones con los comerciantes autóctonos. "No queremos que se vayan, pero sí que realicen un comercio legal, sin amparar otras actividades clandestinas o ilgales", señala José María Albert, presidente de la Asociación de Comerciantes Por Alicante, que aglutina a los pequeños comerciantes del centro tradicional de la ciudad.

Albert asegura que estos establecimientos son los principales proveedores de los vendedores ambulantes, "aparte de provocar en ocasiones problemas a los vecinos", subraya. El presidente de los comerciantes locales insta a estos establecimientos a mantener unas mínimas exigencias estéticas en el mantenimiento y explotación de sus locales. "Alicante apenas tiene sus playas y el casco histórico, y por tanto debemos cuidarlo entre todos, con independencia de sus residentes". "Nuestro objetivo es que estos empreasarios se integren en el conjunto de la sociedad, y no formen un subgrupo o un foco que ampare otro tipo de actividades, quizás no legales", concluye José María Albert.

Los comerciante foráneos prefieren no polemizar con el presidente de los comerciantes locales. "Si cree que algunos de estos bazares son tapadera de cualquier otra actividad, que aporte pruebas y lo denuncie", afirma el comerciante palestino. "No sabemos a qué problemas se refiere. Que presente un solo vecino que tenga alguna queja sobre nuestra actividad", argumenta.

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