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Los cinco jueces buscan una solución salomónica en el 'caso Ferrari'

El lujoso hotel Crillon, en la plaza de la Concordia de París, se convirtió ayer en el escenario de una de las decisiones más importantes en la historia de la fórmula 1. Cinco jueces independientes (el portugués Macedo, el austriaco Nurscher, el belga Roberti de Winghe, el griego Kusis y el holandés Van Rosmalen), convocados por la Federación Internacional de Automolismo (FIA) emitieron un veredicto sobre la apelación de Ferrari a la descalificación de Eddie Irvine (primero) y Michael Schumacher (segundo) en el Gran Premio de Malaisia.A resultas de la decisión se le dio la victoria en el penúltimo GP de la temporada al tercero, Mika Hakkinen (Mclaren-Mercedes), quien, con esos puntos, se proclamó campeón del mundo de forma matemática.

Aunque la resolución de los jueces de apelación no se conocerá oficialmente hasta las 11.00 de hoy, la agencia France Presse avanzó ayer que los jueces buscaban una solución salomónica que consistiría en devolver sus puestos a los pilotos de Ferrari, a los que, sin embargo, se les privaría de los puntos. Hakkinen puntuaría sólo como tercero, lo que le valdría para recuperar el liderato del Mundial, pero con sólo seis puntos de ventaja sobre Irvine, con lo que el último GP, el 31 de octubre en Japón, sería decisivo. Se mantendría, así, el interés de la prueba japonesa, también las oportunidades de Ferrari, la fórmula 1 no se desacreditaría, se confirmaría la decisión de los comisarios y se respetarían los reglamentos de la fórmula 1.

La emboscada de Mercedes

Ferrari, que representa el sentimiento de todo un país, Italia, y de los aficionados de medio mundo, envió casi todas sus fuerzas a explicarse a París, incluido Eddie Irvine. Los argumentos esgrimidos por sus abogados son sencillos: la construcción de un deflector (elemento lateral que ayuda a circular mejor el flujo de aire y aumenta la estabilidad del monoplaza) un centímetro más corto que lo permitido por los reglamentos (causa de la descalificación) fue un error no intencionado que, además, no ofrecía ninguna ventaja importante al vehículo sobre los de la competencia.

Y, aunque sólo tenga valor moral, los dirigentes de Ferrari se sienten víctimas del juego sucio, de una emboscada montada por el rival, McLaren-Mercedes, que tiene cuentas pendientes con la scuderia de Maranello. Según publicó el diario alemán Bild, cuando Ferrari presentó sus nuevos deflectores, en el GP de Nürburgring, los fotógrafos le hicieron múltiples fotos. Una de ellas le llegó al ingeniero de McLaren Adrian Newey, quien examinándola vio sospechosos los deflectores, los midió sobre la foto utilizando el ordenador y se percató de que les faltaban 10 milímetros. McLaren se lo calló. No reclamó en el GP alemán porque Irvine sólo llegó séptimo, pero tampoco advirtió del error a Ferrari. Llegado el GP de Malaisia, sólo abrieron la boca tras el doblete italiano y fue para avisar a los comisarios de la irregularidad.

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