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Hakkinen, campeón en medio de la polémica

Irvine, descalificado por una nimiedad tras ganar en Malaisia

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El Mundial de Fórmula 1 se dio por zanjado en los despachos tan sólo tres horas después de que Michael Schumacher lo dejara más abierto que nunca con una actuación portentosa en el día de su reaparición. Pero la Federación Internacional del Automóvil (FIA) decidió descalificarle tanto a él como a su compañero Eddie Irvine -a quien el piloto alemán había lanzado hacia la primera posición del Gran Premio de Malaisia y de paso del Mundial-, y dejó su exhibición en nada. Mika Hakkinen, que había entrado tercero, fue aupado a la primera posición y conservó el liderato en la general, que ya nada ni nadie le puede arrebatar. Queda un Gran Premio por disputar, en Japón, el 31 de octubre, pero, salvo que prospere la apelación presentada por Ferrari contra la descalificación de sus pilotos, todo estará resuelto entonces.La irregularidad técnica apreciada en los Ferrari -los deflectores superiores de los paneles laterales, unas piezas que tienen como misión reconducir una parte del aire hacia las entradas de los radiadores y desviar el resto hacia los laterales del coche, excedían en un centímetro las medidas tipificadas en el reglamento- es considerada por los especialistas como una nimiedad. Gracias a la descalificación de sus rivales, Hakkinen (McLaren-Mercedes) se hizo con el título mundial por segundo año consecutivo.

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Ganó el Mundial, pues, pero tres horas después de que Michael Schumacher, en su reaparición tras tres meses de baja, demostrara que el mejor piloto es él.

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