Salva se doctora como goleador en Anoeta
El fútbol práctico del Racing derrota a la Real Sociedad
REAL SOCIEDAD 2 - RACING 5La Real confirmó sus malos augurios ante un Racing que hizo del fútbol práctico un argumento incontestable y bello. Salva ejerció de goleador intratable con cuatro tantos, cada uno de una factura: los hubo plenos de astucia, plagados de fortaleza, algún ejercicio técnico y una buena colocación en todos los casos. El máximo goleador del campeonato encontró en Anoeta su plenitud, no exenta de un cierto colaboracionismo defensivo de sus presuntos oponentes.Salva derrumbó a la Real en cuantos zarpazos tuvo en su mano. Pero no fue el único que se paseó por Anoeta. Munitis hizo lo suyo como asistente privilegiado del ariete racinguista. Su figura menuda se engrandeció en el desequilibrio del juego. Y por detrás, el chileno Espina, abastecía con inteligencia el juego atacante de su equipo.
Real Sociedad: Iker Álvarez; Fuentes, Loren, PIkabea, López Rekarte (Antia, m
59); Aranburu (De Paula, m. 59), Gómez, Idiakez, De Pedro; Sa Pinto y Bonilla (Aldeondo, m. 71).Racing: Ceballos; Tais, Mellberg, Arzeno, Neru; Billabona, Espina (Ismael, m. 87), Vivar Dorado, Amavisca (Txema, m. 87); Munitis y Salva. Goles: 1-0. M. 3. Bonilla empuja a la red un centro de De Pedro. 1-1. M. 47. Munitis controla el balón fuera del área y sorprende con una vaselina a Iker Álvarez, que se encontraba demasiado adelantado. 1-2. M. 62. Salva, tras un pase genial de Espina. 1-3. M. 67. Salva concluye una jugada individual de Munitis. 1-4. M. 76. Salva remata a placer a pase de Billabona. 2-4. M. 85. Antía remata de cabeza un centro desde la izquierda. 2-5. M. 87. Salva, Tras un pase de Tais. Árbitro: Brito Arceo. Amonestó a Antía. Unos 15.000 espectadores en Anoeta
Con la inventiva de Munitis, la contundencia de Salva y el abastecimiento de Espina, el Racing construyó un concierto de estrategia y habilidad que se manifestó en toda su extensión en el cuarto gol: un ejercicio de billar entre Tais, Munitis, Billabona y finalmente Salva. Al primer toque, pleno de ingenio, repleto de técnica y cargado de intención. La Real sólo miraba. Su juego duró escasamente tres minutos, los que tardó en marcar el primer gol y decidir apresudamente dar el partido por concluido.
La exquisitez se apoderó del colectivo racinguista que compartió la tarea del buen futbol casi a partes iguales, reservando para su goleador el papel estelar de la consecución de los goles. Cayeron, uno tras otro, como consecuencias naturales de la obra bien hecha.
La Real seguía mirando. Sa Pinto se había despedido del partido (aún cuando permanecía en activo) y con él se fue hasta Juan Gómez, el más renuente a dar la cosa otra vez por finalizada. Marcó un gol la Real, casi por generoso regalo del Racing, disfrazado en tal circunstancia de samaritano, para obviar mayores males. Pero Salva, a renglón seguido, volvió a ajustar la bota y enganchar su cuarto gol, otra vez en dos toques. Era su noche particular, su ocasión inolvidable y la apuró hasta los posos del encuentro. Para la Real era una noche larga, tras un partido eterno. Las crisis tienden a ser duraderas...
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