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RUGBY: Copa del Mundo

Jonah Lomu, el rugby o la muerte

Diego Torres

El Haka, antiguo canto de guerra maorí, habla de un hombre que salva la vida cuando su destino parecía trágico. Es un himno ritual que resume el espíritu enardecido de la selección de Nueva Zelanda, los All Blacks. Y el emblema del equipo se llama Jonah Tali Lomu, el jugador de rugby más famoso del mundo. Un hombre cuyo pasado habla del niño que logró esquivar un destino violento aferrándose al rugby.Ala izquierda a la que ningún rival querría encontrarse de frente, Lomu es una roca lanzada en carrera. Mide 1,96, pesa 118 kilos, y es capaz de alcanzar una velocidad de 10,8 segundos en 100 metros. Ha llegado a la Copa del Mundo de rugby con 24 años cumplidos y acaba de poner a su selección en cuartos de final a costa de su víctima habitual en los mundiales: la selección inglesa, a la que ha convertido cinco ensayos en dos partidos.

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Lomu era hijo de samoanos. Su madre, embarazada de él, huyó del archipiélago cuando Francia inició los ensayos nucleares en el Pacífico. Y hasta los 14 años, no era extraño que un patrullero le condujese a casa tras una jornada violenta.

"En los arrabales del sur de Auckland mandaba la ley de la jungla", dijo en una entrevista en periódico francés L´Equipe. "Había que saber defenderse. Y como yo tuve la desgracia de ser más alto que los demás, todo el mundo se quería refugiar en mí durante las peleas. Francamente yo no buscaba los problemas. Los problemas me buscaban a mí. En aquél tiempo, a mi tío lo decapitaron y lo cortaron en pedazos en un centro comercial de Otara. Luego mataron a un primo mío. Lo apuñalaron y se desangró en la puerta de la casa de mis padres... Si no hubiera sido por el rugby, yo estaría muero, o en prisión".

Para salvarle de los peligros de la marginación, su familia empeñó los escasos recursos que tenía y le envió a un colegio privado, interno, a 15 kilómetros de su barrio. Lomu se vio de pronto en el liceo metodista de Wesley College, uno de las instituciones más tradicionales de Nueva Zelanda. Lomu, que ya medía 1,85 y superaba los 95 kilos, sólo jugaba al baloncesto. Era un profano. En Wesley College, el rugby tenía naturaleza de religión y el director le llamó para que se uniera al equipo.

Su éxito, aunque tardío -en Nueva Zelanda los niños comienzan a jugar al rugby con 7 años- fue rotundo. Le concedieron una beca y no tardó en ser el jugador más joven en ingresar a los All Blacks, con 19 años. Sorprendió al planeta en la Copa del mundo de Suráfrica, en 1995. Aunque una enfermedad en los riñones le apartó de la selección durante tres años, ha recuperado la forma. Lomu vuelve a ser esa locomotora que barre contrarios en su camino hacia la línea de fondo. El rugby es su vida. Y la historia de Lomu es un canto a la supervivencia. Fiel a la primera estrofa de la Haka: Ka mate ka mate, ka ora ka ora (Moriré moriré, viviré viviré).

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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