"Supersergio" lanza y Jiménez remata

Olazábal cerró los ojos. Sergio García los mantuvo bien abiertos, con la firmeza y el entusiasmo propios de quien no está dispuesto a perderse un instante de la escena. Y Miguel Ángel Jiménez, el hombre sobre el que recayó a última hora la suerte del equipo español, el único que no había contribuido hasta entonces con ningún punto a la prosperidad de su equipo en la Copa Dunhill, hacía esfuerzos por mantenerse sereno: agarró el putt con decisión y empujó la bola en la dirección adecuada y con la potencia justa. Al hoyo. Con ese último golpe, Jiménez deshizo el desempate ante Irlanda a la primera, ganó su partido y dio el empujón definitivo a España hacia las semifinales del torneo escocés -se medirá hoy a Suráfrica, y en la otra Suecia lo hará con Australia-.España había vivido la jornada prácticamente eliminada, por detrás de los irlandeses en los tres cruces hasta los últimos hoyos. En realidad, hasta que quiso Sergio García, el chico de 19 años tras el que se esconden todas las respuestas: están en la genialidad de su juego, en su habilidad para sorprender al personal con golpes imposibles, y en su poderosa aura, esa irradiación misteriosa gracias a la cual, con la simple maniobra de sentarse cerca, consigue encoger a los rivales y aupar a los compañeros. Sólo así puede explicarse el desenlace de un partido que España recorrió siempre por detrás, que Irlanda tuvo ganado.

A Sergio le tocó jugar primero. Su adversario era Darren Clarke. El irlandés mostró su calidad desde el principio, con dos birdies en los hoyos 2 y 3 de Saint Andrews. El Niño se limitó a cumplir con el par en los cuatro primeros, sin fallar, pero también sin impresionar. Los dos jugadores completaron el hoyo cinco con un birdie y se mantuvo la diferencia, que fue capaz de engordar ligeramente el irlandés en el ocho. Tres golpes de ventaja que anunciaban complicaciones. El mejor Sergio asomaba, pero Clarke se mantenía firme. A sólo tres hoyos del final, todo parecía resuelto. Y las noticias que llegaban de los otros duelos -Olazábal ante McGinley, y Jiménez contra Harrington- se contaban también por derrotas inapelables.

Surgió entonces El Niño y su capacidad para desmentir verdades cantadas, para poner nervioso al rival que lo tiene todo a favor. Darren Clarke tembló: bogey en el 16, doble bogey en el 17 y empate. Ya nada podía frenar a Sergio García, que culminó la remontada con un birdie en el 18. Punto para España después de otra vuelta grandiosa (67 golpes de El Niño por tercera vez en la Dunhill).

A Sergio le restaba empujar a sus compañeros. Nada se podía hacer por Txema Olazábal -perdía por cuatro golpes ante Paul McGinley cuando sólo quedaban cinco hoyos-, pero sí por Jiménez. El arreón final de Olazábal valió para reducir la ventaja, pero no para evitar el punto de Irlanda.Todo dependía del duelo Harrington-Jiménez, y a verlo se fue Sergio. A Jiménez, el mismo que había comentado "yo voy paseando por el campo y Sergio y Txema ganan los puntos", le tocaba cargar con la responsabilidad. El panorama era desolador: Harrington tenía una ventaja de tres golpes en el hoyo 13. Jiménez recortó en el 14 y se acercó más en el 16, ya con Sergio dando saltos a su espalda, inyectándole buena suerte. Jiménez se lució con un putt extraordinario en el 18 y alcanzó agónicamente el empate. La remontada era posible.

Harrington apareció tembloroso por el desempate; Jiménez confiado. Y en el último golpe, a cuatro metros del hoyo, con Olazábal cerrando los ojos, con Sergio manteniéndolos bien abiertos, agarró con firmeza el palo y embocó. Lo demás fueron caras de perplejidad por un lado, y entusiasmo por el otro. El gesto habitual del golf español desde que apareció Sergio.

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