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Tribuna
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Cuestión de carácter

Santiago Segurola

El carácter en el fútbol es una cualidad de orden difuso que, en algunos casos, puede interpretarse como la resistencia de un jugador o un equipo a aceptar la adversidad. La reacción del Madrid en su complicado duelo con el Valencia se tomó como una prueba de carácter. Con razón. El Madrid se negó a asumir su condición de perdedor y estuvo a punto de salir ganador. De alguna manera, es lo que sucedió. A los ojos de su hinchada, dio la vuelta al partido. La gente, que estaba dispuesta a tronar contra su equipo, se entregó sin reservas a la causa madridista en el segundo tiempo y salió satisfecha del encuentro, a pesar de sus funestas consecuencias.Sin embargo, por debajo de la admirable reacción del Madrid se ocultan actitudes que revelan precisamente falta de carácter. Si se trata de resistirse con entereza a la adversidad, algunos integrantes del Madrid ayudaron poco. Por ejemplo, Toshack y Hierro. El entrenador se vio sobrepasado por los acontecimientos y colocó a su equipo en una posición insostenible durante todo el primer tiempo. La sustitución de Seedorf en la pleamar del Madrid también es discutible. Después del encuentro, Toshack aceptó honrosamente sus responsabilidades en alguno de estos aspectos. Pero también se observó otra cuestión mal resuelta por Toshack, atacado por los nervios cuando su equipo necesitaba precisamente lo contrario. Armó un bochinche innecesario, frenó la crecida del Madrid, que tenía el empate a la vista, y desapareció de escena. Desde una perspectiva algo más que simbólica, abandonó a sus jugadores en un momento crítico. No fue una demostración de carácter.

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De Hierro se puede decir lo mismo. Durante todo el partido persiguió la expulsión. No dejó pasar momento alguno para protestar, crisparse y agredir (como ocurrió en su derrote al tobillo de Ilie). En un día donde el Madrid necesitaba lo mejor de todos sus jugadores, Hierro hizo lo posible por borrarse del partido. Sólo la condescendencia del árbitro evitó la expulsión del central. Hierro actúa demasiadas veces con patente de corso, como si el reglamento le fuera ajeno. Con esos modos está desvirtuando lo esencial de su carrera: su fabulosa categoría como futbolista, la del mejor central del planeta -junto a Baresi- en la presente década. Hierro no estuvo a la altura de las exigencias del partido, ni entendió las prioridades del Madrid. Le faltó el carácter que le sobró a Raúl, espejo donde deberían mirarse todos los jugadores que quieren ser algo en este negocio. Raúl no se dejó llevar por la demagogia, ni se buscó líos inútiles, ni se ofuscó en un partido que invitaba al descontrol. Raúl interpretó el papel de los jugadores de verdadera fibra. Se resistió a la derrota de manera emocionante, armado de juego y decisión. Armado de carácter.

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