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GOLF: Master de Alemania

El joven que ha llegado para batir todos los récords

Carlos Arribas

Todo parece tan sencillo... Y sin embargo, sí que cuesta. Aunque seas un superdotado, aunque seas Sergio García, tengas 19 años y hayas nacido en un campo de golf (o casi). Los récords, los registros, las normas, escritas y no escritas, todo, todo cae como si tal cosa cuando Sergio García, un jugador de golf nacido en Castellón en 1980 de padre profesor de golf, Víctor, y de madre regente de una tienda de golf (Consuelo), se pone a la tarea. Caen con tanta facilidad como las cocacolas que levantaba a los socios veteranos del Club de golf Mediterráneo ganándoles en concursos de putts.No andan del todo descabellados quienes buscan un origen divino a toda la historia. Un elegido de los dioses, afirman sin pestañear quienes traen a colación que justamente una persona nacida para jugar al golf, fisiológicamente ideal para la práctica de ese deporte, ha nacido en un ambiente en el que el golf es el deporte que más fácilmente puede practicar.

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Y un elegido de los dioses no puede, bajo pena de excomunión, negarse a cumplir con las exigencias que su destino le marque. Sergio García, evidentemente, no ha desobedecido. Para eso ha contado, además, con una ayuda fundamental: su ambición. Aquellos que dicen que no les gusta perder ni a los chinos deberían conocer a El Niño.

Así que genio, capacidad y ambición sólo pueden confluir en un punto, aquel en el que los libros de historia comienzan a escribirse en un capítulo nuevo. Por ese camino ha echado a andar Sergio García en este 1999 penúltimo año del siglo XX. Por ese camino, que por ahora es de losrécords batidos y el de los gestos insólitos, es por el que camina con paso firme (más aún: dejando la huella grabada) el golfista de Castellón.

El más tangible de sus logros por el momento ha sido el convertirse en el más joven participante de siempre en una Ryder Cup, con sus 19 años y ocho meses. Allí, en Boston no sólo ganó 3,5 puntos sobre 5 posibles, formando pareja con el sueco Parnevik, también se convirtió en la imagen mundial de la competición, papel que sólo dejó cuando el excesivo énfasis que pusieron aficionados y jugadores locales en la celebración de su victoria ganó el espacio en todas las fotografías y el texto en todos los comentarios.

Aunque no gane la Orden del Mérito europea y permita al honesto trabajador escocés llamado Colin Montgomerie conseguir su séptimo galardón consecutivo, lo que ha conseguido en sólo cinco meses de profesional (dos torneos en el circuito europeo, el segundo puesto en el PGA, llegar a la Ryder...) es tan asombroso, y no sólo para alguien de 19 años, que no queda más remedio que pensar en récords mayores en el futuro.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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