Crivillé sabe sufrir para acercarse al título
El español, quinto en Australia pese a correr con la muñeca rota, puede ser campeón el domingo en Suráfrica
Podría haber ocurrido en la Grecia antigua. También en la Florencia de los Medici. Pero no. El drama con héroe esta vez se vivió en un remoto lugar cerca de la Antártida, en una pequeña isla llamada Phillip Island, paraíso turístico para las gentes de Melbourne en verano y centro de peregrinaje para los moteros de toda Australia al principio de la primavera. El protagonista principal de la función fue Àlex Crivillé, que se sobrepuso al dolor de una muñeca rota y corrió infiltrado para clasificarse quinto y sumar puntos valiosos para su candidatura al título mundial.El peor fin de semana acabó de la mejor manera. Pese a correr en clara inferioridad física, el piloto español de Honda fortaleció su posición al frente del campeonato de 500cc. Sufrió, se comportó de forma heroica y tuvo premio. Le echó una mano la fortuna, o mejor el neumático de Kenny Roberts (Suzuki), su principal enemigo, que fue líder durante casi toda la carrera pero al final acabó hundido en la décima posición, cuando su goma trasera se desgastó de forma prematura.
Aunque ganó el japonés Tadayuki Okada, compañero suyo en el equipo Repsol Honda que ahora se convierte en la amenaza más cercana, el noi de Seva respiró tranquilo al ver la bandera a cuadros. Se marcha de Australia con un confortable liderato en el Mundial, mucho mayor de lo que hubiera soñado al subirse a la moto el sábado. En aquel momento, después de su fuerte caída de la víspera, ni siquiera tenía claro si podría correr ayer.
41 puntos sobre Okada
Ahora Àlex afronta las tres últimas carreras de la temporada con 41 puntos de renta sobre Okada y 51 sobre Roberts. Justo cuando menos lo esperaba, cuando veía el horizonte tan negro como su amoratada muñeca izquierda, las cuentas empiezan a estar muy claras: puede ser campeón del mundo este próximo domingo si gana el Gran Premio de Suráfrica en el nuevo circuito de Welkom y el japonés no termina segundo. Así de sencillo.El resultado de ayer, sin ser brillante en cuanto a la lectura numérica de la clasificación, sí brinda una interpretación de valor casi incalculable. Las matemáticas ofrecen muchas posibilidades. Crivillé ni siquiera necesita lograr más victorias: la corona será suya si suma tres cuartas posiciones en las tres últimas pruebas, o incluso con una segunda plaza y una tercera, aunque no termine la tercera carrera.
También sirve otro sinfín de combinaciones. En definitiva, cualquiera que dé como resultado el mágico número de 35 puntos que Àlex precisa para asegurarse el número uno. Él tiene ahora 230 y Okada lleva 189. Puesto que quedan como máximo 75 puntos por repartir (25 para cada victoria), el japonés sólo puede alcanzar 264. Conclusión: el piloto español puede ser muy, muy, muy conservador a partir de este momento.
La historia de la carrera de ayer empezó a escribirse el viernes. La caída de Crivillé, a más de 200 kilómetros por hora, marcó el desarrollo del gran premio. A partir de ese momento, para el piloto catalán todo fueron malos pensamientos, temor, dolor, tratamiento médico. Pero como siempre, el coraje pudo más que todo, y el desenlace demostró una vez más que los pilotos, que tipos como Àlex Crivillé Tapia, no son personas normales.
Claudio Costa, el médico que sigue todas las carreras del Mundial, podría escribir un tratado inacabable sobre el tema. Él y su equipo se encargaron, como hacen en tantas ocasiones, de posibilitar el milagro. Crivillé corrió, y además pudo hacerlo con dignidad, siendo plenamente competitivo. Para ello fue necesario que le aplicaran una infiltración de analgésico, suficiente para soportar el dolor pero sin que le hiciera perder la sensibilidad para poder maniobrar una máquina de 130 kilos de peso con 200 caballos de potencia a más de 300 kilómetros por hora.
El noi de Seva se vio obligado a utilizar un guante más ancho de lo normal y afrontó la carrera intranquilo. No las tenía todas consigo cuando se enfrentó al semáforo de salida, y estuvo a punto de escaparse antes de tiempo. Pero controló su impulso y arrancó correctamente. Aunque partía desde la tercera fila de la parrilla, con el 12º tiempo -el peor de la temporada-, ya era sexto al primer paso del pelotón por la línea de meta.
A partir de ahí luchó contra su mano lesionada y contra varios rivales. No contra Roberts, muy superior, pues se escapó enseguida, a pesar de sufrir un susto monumental en la primera vuelta. El estadounidense, dominador claro durante los entrenamientos, había elegido un compuesto de Michelin más blando que el de Àlex. Pensaba que le aguantaría las 27 vueltas (120 kilómetros) de la carrera, pero no fue así, y lo mismo les pasó a otros pilotos.
Esa circunstancia provocó que las últimas vueltas fueran un rosario de visitas a los garajes para cambiar neumáticos. La clasificación dio un vuelco del que se benefició sobre todo Okada, que derrotó al italiano Max Biaggi (Yamaha) y al francés Regis Laconi (Yamaha) en el sprint final, y también Crivillé, que terminó a nueve segundos del triunfador. Para Okada fue la tercera victoria de la temporada. Àlex, por su parte, batalló durante casi toda la carrera con su compañero Sete Gibernau, que no le facilitó nada la tarea. Llegaron incluso a tocarse en alguna ocasión y se rozó la tragedia. Sin embargo, ambos se vieron superados por Carlos Checa (Yamaha), que terminó cuarto y fue el mejor español del día en la categoría reina.
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