Las marcas del desencuentro
Todos los implicados son altos cargos públicos españoles y un eurofuncionario de peso, pero la diplomacia ha estado ausente en sus relaciones, marcadas por el desencuentro y airadas polémicas. La decisión de la Unión Europea (UE) de ubicar la Oficina de Armonización del Mercado Interior (OAMI) en Alicante fue acogida con júbilo por los políticos españoles. Sin embargo, estos (tanto en el ámbito local, como autonómico y hasta central) no se han achicado a la hora de polemizar con los rectores de la Euroagencia, y de manera especial con su presidente, el francés Jean Claude Combaldieu. El fondo de todas las disputas ha sido económico y ha girado en torno al edificio definitivo de la oficina europea de marcas, que finalmente será ocupado por los empleados de la OAMI con más de dos años de retraso sobre el calendario oficial previsto. El edificio se está levantando en la zona de Agua Amarga, al sur de Alicante. Tras unos meses de sosiego, en el verano de 1997 estalló la primera disputa verbal. La espoleta fueron los continuos retrasos en la adjudicación final de las obras. El proceso lo dirigió el Consorcio de Obras de la OAMI (Cosoami), pero la batalla pública la libraron el entonces consejero de Industria, Diego Such, junto al ex subsecretario de Industria, Pedro Ferreras, contra Combaldieu. La adjudicación de las obras se llegó a aplazar hasta en tres ocasiones. Primero, porque había un empate técnico entre las firmas Cubiertas y Dragados, aunque con ligera ventaja para la primera. Segundo, porque Such alegó injerencias de Bruselas a la hora de optar por una de las dos ofertas finalistas, y más tarde porque el Gobierno español pidió que las obras las financiase la propia OAMI, que en aquellas fechas había recaudado ya más de 9.000 millones de pesetas. Combaldieu rechazó todas las acusaciones y desveló que el compromiso de la OAMI de pagar las obras ya estaba adquirido. Y dado que pagaba la Euroagencia, el proyecto ganador fue el presentado por la empresa Dragados. Antes del inicio real de las obras, se produjo un nuevo choque. En este caso quien se enfrentó a la Euroagencia fue el alcalde, Luis Díaz Alperi. El Ayuntamiento reclamó a la Comisión Europea 300 millones de pesetas en concepto del impuesto municipal de construcciones. La UE esgrimió la legislación comunitaria que exime a las instituciones europeas del pago de impuestos, y ganó la batalla. Comenzaron las obras. Pero éstas se han caracterizado por los sucesivos retrasos. La fecha inicial prevista para la construcción del inmueble era el 10 de junio pasado. Pero llegado ese día, las obras estaban inconclusas. A pesar de todo, el gobierno de Aznar inauguró la sede la OAMI. El acto, encabezado por el propio Aznar, adquirió ribetes de sainete. No había nada que inaugurar, y todos, debajo de un entoldado, se limitaron a ensalzar las bondades de la ubicación de la OAMI en Alicante. Pasadas las elecciones autonómicas y municipales, las relaciones entre la OAMI y el Gobierno se volvieron a tensar. El subsecretario de Industria, Carlos González-Bueno, acusó a la Euroagencia del retraso de las obras, debido a los continuos reformados que ha presentado al mismo. Además, el subsecretario reclamaba a la OAMI el pago del alquiler (11 millones mensuales) de los actuales edificios que ocupa, desde el pasado mes de junio, basándose en documentos firmados por Combaldieu. A Combaldieu, este nuevo ataque de la Administración española le pilló en el extranjero. A su regreso a Alicante, aparte de expresar su sorpresa, tachó la polémica de "broma" y aseguró que aparte de esas cartas hay otras. El responsable de la Euroagencia optó, aparte de este comentario, por el silencio. Fuentes de la presidencia de al OAMI aseguran, que una vez pasada esta nueva tormenta, Combaldieu dará a conocer a la opinión pública su versión de los hechos. Pero al margen de estas tormentas diplomáticas, la ubicación de la OAMI en Alicante ha resultado beneficiosa para la ciudad. Sus frutos están en los más de 400 eurofuncionarios con fuerte poder adquisitivo residentes en Alicante y una obra civil gratis para la ciudad, que pasará a ser un emblema arquitectónico para la capital alicantina.
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