Encuestas
Las elecciones autonómicas de Cataluña padecen el mismo problema de valor añadido que experimentaba el Barça antes de pasar por la ingeniería genética holandesa: son algo más que unas elecciones autonómicas. Si gana CiU, la vida y Julio Iglesias siguen igual, pero si pierde, la política de alianzas del PP queda a la deriva, por más que la correlación de fuerzas en el Parlamento de Cataluña no sirva en el de las Españas. No pasa día sin que salga una encuesta que contradice la anterior, y a punto de iniciar la campaña propiamente dicha, los candidatos afrontan la taquicardia preelectoral con el ay en el cuerpo. Unas veces Maragall se acerca tanto a Pujol que casi le pisa los talones de alpinista de la catalanidad, pero otras Pujol cambia de ritmo y se despega dejando a su antagonista con el paso cambiado.Maragall confía en el sprint final, pero cada vez está más claro que o se anima un voto de izquierda a salir de su abstencionismo autonómico o Maragall puede quedar céntrico, centrista y centrado, pero como cabeza de la oposición durante cuatro, cuatro largos años. Una de las claves de la cuestión está en que Iniciativa per Catalunya pueda atraer en Barcelona un voto de izquierdas que tendría una doble función: romper la tentación abstencionista y que IC consiguiera fuerzas suficientes para condicionar desde la izquierda una futura política maragalliana. Frente al día de las elecciones, los de Iniciativa corren el riesgo de que sus votantes potenciales no sepan que en Barcelona van por separado de Maragall, y o bien escojan la papeleta Maragall porque piensen que monta tanto, tanto monta Ribó como Maragall, o bien ni se acerquen a las urnas porque no les apetece centrarse tanto.
Presiento una campaña de Iniciativa marcando la diferencia. No se equivoque al escoger la papeleta, no confunda la tercera vía con la vía láctea, no vista a Maragall para desnudar a Ribó, el cambio es una cosa demasiado seria como para dejarla sólo en manos de los socialistas, exija la etiqueta de garantía, la denominación de origen y la prueba del ADN. Tras 20 años de pesadilla y monopolio acústico-visual, si gana Pujol, todos pujolistas. Preparémonos a morir en paz con la metafísica.
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