"En Madrid se puede escuchar a los árboles"
Javier Salinas (Bilbao, 1972) comenzó a escribir cuando tenía 18 años. Lo hizo de manera compulsiva, sin saber el camino pero sí el rumbo. "Sólo sé que quería contar historias", asegura. Durante los últimos nueve años ha escrito dos novelas y por lo menos cinco libros de poemas, pero ninguno ha visto la luz. Hasta ahora. "Hay ilustres precedentes de grandes rechazos editoriales. El mismo García Márquez es un ejemplo", afirma. Y lo dice porque en los últimos años el no de las editoriales ha sido constante. Pero nunca se ha rendido: "Creo que ésa es una industria muy conservadora que no corre riesgos. Debería existir un panorama más fácil para los escritores jóvenes". Tan convencido como está de que sólo desea escribir, a Javier Salinas no le ha importado desempeñar cualquier trabajo esporádico que le permita seguir navegando en su propio universo de palabras. Ha sido profesor de español para particulares, peón de albañil y hasta ha descargado cajas para exposiciones. Oficios que en la mayoría de los casos no tienen mucho que ver con lo que realmente estudió: derecho, filología hispánica y un doctorado sobre literatura española. Bajo un dictado de árboles (Editorial Endymion) es su primer trabajo publicado. Una selección de poemas que él mismo define como "una visión privada del mundo".Pregunta. ¿Tantos trabajos aquí y allá y tantos esfuerzos para ser escritor valen la pena?
Respuesta.Cualquier esfuerzo vale la pena para llegar a este lugar que es la literatura. Si voy en el barco de la escritura, no me importa hacer cualquier trabajo, no hay nada maligno en ello.
P. En su libro habla de realidades diarias, crudas a veces. ¿Qué hay de usted en esas realidades?
R.Yo creo que el libro es una mirada lúcida a través de la cual pretendo construir la vida. Tal vez es una visión un poco esquizoide que parte de la tristeza para no quedarme a solas con ella.
P. Parece también una búsqueda interior, un intento de descubrirse a usted mismo. ¿Ha encontrado algo?
R. Quizás he hallado la manera de seguir haciendo preguntas y de seguir teniendo curiosidad.
P. ¿Es útil la poesía en estos tiempos?
R. La poesía es más necesaria de lo que la gente cree. La esencia del ser humano es dar un sentido a su trabajo, y eso lo da el arte. La poesía como arte da sentido a la vida. Yo creo que la gente no es plenamente consciente de la necesidad de las palabras.
P. ¿Se palpa esa sensación en una ciudad como Madrid?
R. No creo que a la gente por la calle se le vea un talante poético. Eso se nota hasta en la forma de caminar, porque la poesía no es sólo la escritura, digamos que es un estado. En ese sentido, Madrid no es muy propicia para la poesía, pero tiene espacios en los que se puede descansar del ruido y se puede escuchar a los árboles.
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