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Rusia amenaza con bombardear Grozni hasta liquidar a las milicias

"Hemos bombardeado, estamos bombardeando y seguiremos bombardeando". Un portavoz militar ruso confirmaba ayer con estas palabras los nuevos ataques aéreos contra diversas posiciones en la capital chechena, Grozni. Y dejaba claro que la campaña será larga. Rusia pretende evitar nuevas incursiones de milicias islámicas como las que, por dos veces en un mes, han tenido como objetivo la vecina República de Daguestán. Más difícil será exterminarlas por completo.

Como en casi todas las guerras, es difícil saber con exactitud los daños causados por los ataques, tanto más cuando la oleada de secuestros en Chechenia ha eliminado la presencia de periodistas extranjeros que pudieran ofrecer testimonios independientes. Fuentes oficiales chechenas daban cuenta ayer de la muerte de 23 personas en los bombardeos de ayer. Dos aviones (algunos testigos hablan de cuatro), con misiles y bombas, atacaron ayer el distrito de Staropromilvoski de Grozni, en el que reside el presidente Aslán Masjádov. También resultó afectada la torre de la televisión, aunque no se suspendieron las emisiones.Según la agencia Interfax, que cita fuentes chechenas, posteriormente fue atacada una columna de carros de combate en la localidad de Samashki, con el resultado de ocho muertos y un número indeterminado de heridos. Un tercer bombardeo alcanzó la zona industrial de Grozni y las instalaciones de la refinería.

En cuanto a los bombardeos del viernes, cuyo principal objetivo fue el aeropuerto de Grozni, tuvo también consecuencias desastrosas en otras zonas de la capital y de sus alrededores, siempre según las autoridades de la república rebelde. Aunque el mando militar ruso insiste en que sólo se atacan objetivos militares, los chechenos afirman que fue destruida la mayor granja avícola del Cáucaso Norte, capaz de producir 8.200 toneladas de carne de pollo al año. También quedó fuera de servicio la refinería de la capital, que no sufrió daños durante la guerra desarrollada entre diciembre de 1994 y agosto de 1996, pero que ahora no podría ponerse en funcionamiento ni dedicando a ese esfuerzo el presupuesto anual de Chechenia.

Masjádov respondió ayer a los bombardeos con la petición a Rusia de que cesen de inmediato y de que se abra un proceso negociador, aunque sin aceptar que se discuta sobre la independencia (declarada, pero no reconocida) y sin dar el paso que la otra parte desea: comprometerse a combatir a los grupos armados de Shamil Basáyev y el comandante Jatab, que, entre otros, han emprendido una lucha muerte para desgajar el Cáucaso Norte de la soberanía de Moscú. Una guerra civil sería tan peligrosa o más para el régimen de Grozni como otra guerra con Rusia, a la que ya humillaron una vez en el campo de batalla.

Los dirigentes rusos hablan estos días de exterminar a los "terroristas" allá donde estén, "incluso en el retrete". El ministro del Interior, Vladímir Rushailo, presenta a Chechenia como una región completamente controlada por los criminales, que, con ayuda exterior, imponen sus designios a toda la población y amenazan la seguridad y la integridad de Rusia. Por otro lado, el primer ministro, Vladímir Putin, descarta repetir una guerra abierta y total, como la que se cobró decenas de miles de vidas. "No habrá nada similar a lo de entonces", declaró ayer.

Si, como parece lo más probable, los bombardeos sobre Chechenia no desactivan la amenaza de las milicias wahabíes, la gran cuestión será si habrá o no invasión por tierra. Si se toma la decisión, lo más probable es que la intervención no sea inmediata, sino que antes se consolide el dispositivo militar en la zona y se espere a que llegue la primavera. El alto coste en vidas y material que ha costado repeler por dos veces a los invasores chechenos de Daguestán aconseja prudencia: 230 muertos, más de 800 heridos, un avión, 6 helicópteros, 10 tanques y 30 blindados.

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