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Prohibido soñar en Vallecas

En el Rayo se considera una anécdota el liderato y se sigue la consigna de aparcar la euforia

El líder del campeonato español sólo aspira a sobrevivir. Ni más ni menos. Ni Liga de Campeones, ni UEFA, ni nada por el estilo. Mantenerse en Primera y gracias. Ése es el mensaje que se emite desde Vallecas, donde la euforia no ha encontrado hueco alguno donde instalarse. Ni siquiera entre la afición. En el Rayo existe una especie de consigna, simbólica por supuesto, por la que se prohíbe soñar."Una anécdota, nada más. Vivimos un momento dulce, pero sabemos que esto se va a acabar. Por eso hay que mantener los pies en el suelo. A final de temporada estaremos luchando por nuestro objetivo, que no es otro que la permanencia". Quien así habla es Luis Cembranos, el jugador más trascendente del equipo, para quien las claves del inesperado éxito no se escapan del tópico: "Trabajo, ganas y unión".

Sea como fuere, el hecho de que el Rayo figure, por primera vez en sus 75 años de historia, como líder de la Liga española, ha provocado una oleada de piropos dirigidos, en su mayoría, hacia Juande Ramos, su entrenador, que permanece imperturbable: "Lo único que importa es que hemos acumulado un colchón de 12 puntos que resulta extraordinario. Porque vendrán tiempos peores y sería gratuito sacar ahora los pies del tiesto". Pero lo cierto es que el Rayo vive el que posiblemente sea el mejor momento de su historia. Y no sólo por ese primer puesto que ocupa, sino porque está un poco más cerca de resolver una de sus grandes asignaturas pendientes: la del apoyo de la afición. A día de hoy, el Rayo cuenta con 5.498 abonados, una cifra ridícula si se compara con la de otros muchos equipos, pero extraordianria para un club que lleva cinco años sin alcanzar un apoyo social similar.

Volviendo al aspecto deportivo, ni siquiera José Antonio Camacho, el seleccionador nacional, y el último técnico que consiguió ilusionar a la afición vallecana, ha sido ajeno al espectacular arranque del cuadro rayista, hasta el punto de declarar que, más allá de individualidades, no ha visto hasta ahora mejor equipo que el Rayo, en el sentido más académico del término equipo.

Y hablar de Camacho es hacerlo, también y en lo que al Rayo se refiere, de Luis Cembranos, un futbolista que ha venido siendo observado por el seleccionador. Ambos ya trabajaron juntos en el Espanyol, por lo que no es extraño que en el club se piense que quiere contar con él. "Sólo el hecho de que se rumoree ya me parece maravilloso", dice el jugador. Luis Cembranos ya deslumbró el pasado año en Vallecas. En junio regresó a su club de origen, el Espanyol, pero Juande Ramos hizo lo imposible porque el Rayo pagara los 250 millones que costaba su carta de libertad. Fue Cembranos la única exigencia de Juande a un club poco dispuesto a poner dinero sobre la mesa, y que se conformaba con fichar futbolistas prácticamente desconocidos. El tiempo ha convertido a Luis Cembranos en la estrella de un equipo que, supuestamente, carecía de estrellas. "Yo intento aportar mi fútbol, que quizá sea cierto que resulta más vistoso que el de otros, pero sin el trabajo de todos mi aportación no serviría de nada", asegura Cembranos.

Pese al liderato, en el Rayo se sigue hablando en voz baja, casi en susurros. Ningún jugador, ningún miembro del club, se sale de la norma. Incluso en esta ocasión, la presidenta, Teresa Rivero, ha dejado de lado su habitual euforia para apuntarse al discurso general, ése que parece prohibir que en Vallecas se sueñe. Al menos, en voz alta.

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