Día tranquilo para Ullrich

El pelotón reanudó su actividad camino de la tercera semana, en dirección al paseo de la Castellana. La tercera semana, sí, aquella que divide a los corredores en grandes y menos grandes, el periodo de tiempo que determina los máximos esfuerzos, cuando los corredores dan el impulso final con 2.370 kilómetros en sus piernas, como es el caso que nos ocupa. La tercera semana, sí, a veces no tan decisiva como parece. En ocasiones, simplemente un trámite si al personal le da por aceptar como irreversible el liderato de Ullrich. Y puede hacerlo por dos motivos: porque no tenga más fuerzas para intentarlo o porque un líder como Ullrich cause demasiado respeto. Por si acaso, Ullrich está atento a todo lo que pasa. No presenta novedades. En ese caso, en la Vuelta se habla de otras cosas para ocupar el tiempo.La Vuelta guarda un estilo animoso, a veces jaranero, otras irremediablemente exagerado, que permite sobrellevar ciertos tránsitos con algo de condimento en el pelotón. Era el caso de la etapa de ayer, aburrida hasta la médula, inútil para el balance general, que sirvió para que el modesto Amica Chips consiguiera su segunda victoria en esta Vuelta gracias a Ekimov. No había mucha enjundia en la carretera y había que polemizar por algo. Sí, se hablaba del viento, pero por hablar, que en España parece que hace viento a diario y el pelotón vive bajo la amenaza constante de un abanico que nunca se produce; entre otra cosas, porque siempre se menta al ONCE para estos casos y el ONCE, ahora mismo, no está para nadie; ni el ONCE ni Manolo Saiz, que ya no reacciona ni en el tercio de banderillas. Por hablar, se hablaba de que Kelme había infiltrado a Toni Tauler en una escapada que tuvo autorización inmediata. Como quiera que el mallorquín llegó a la meta con casi 13 minutos de ventaja, esa diferencia le permitía al Kelme colocarse en el liderato de la general por equipos en detrimento de Vitalicio. Kelme es líder por 22 segundos. ¡Qué emoción! La cuestión no tenía demasiada miga a estas alturas. Así que por hablar, se habló más de lo sucedido el domingo en Barcelona. Tras la reflexión nocturna, las conclusiones de rigor. Buena parte del pelotón optó por un análisis hipócrita y ventajista para señalar con el dedo al Banesto, que está en todas, por cierto, en las escapadas y en los follones. Banesto hace las veces de novia en una boda o viuda en un funeral. Los banestos fueron los culpables, los banestos fueron los revoltosos, banesto era el cabecilla Piepoli y Banesto era el equipo que no deseaba que se disputara la etapa. Llegado a oídos de Eusebio Unzue, el director presuntamente instigador, puso mala cara, habló de demagogia, defendió a Chava Jiménez por su aversión a los descensos ("a lo mejor pierde dos minutos, pero llega a la meta. Los descensos ya se han cobrado algunas víctimas y si no, ¿qué ha pasado con Olano y Escartín?") y apuntó hacia otro lado al señalar que no era precisamente su equipo el menos perjudicado por la suspensión parcial de la etapa de Barcelona. Unzue defendió también a Piepoli, pero la mejor defensa la hizo, curiosamente, Manolo Saiz, quien advirtió que Piepoli no hizo otra cosa que servir de portavoz, que detrás de él estaban otros y no exclusivamente de Banesto. A Unzue le criticaron por no dominar a sus corredores, parece ser. Pero hubo casos más curiosos de directores que decían una cosa y corredores suyos que hacían la contraria. Estas cosas, como muchas otras, se saben dentro del pelotón, que es muchas veces como un enorme patio de vecinos, donde el cotilleo está a la orden del día. De todo esto se habló camino de Valencia, mientras el pelotón sesteaba y andaba ajeno a quienes anunciaban grandes hostilidades a cuenta del viento. Nada de nada. Un empujón de Banesto en un pequeño puerto cercano a meta, el pelotón que se estira, que se rompe, empieza el recuento y... resultado negativo, estaban en su sitio todos los que tenían que estar. Ha empezado la tercera semana de la Vuelta y no hay novedades en torno a Ullrich.