La moderna
FÉLIX BAYÓN No hay nada más patético que el aflorar de los sentimientos a destiempo: el loco amor de los octogenarios por las adolescentes o el inútil deseo de levantar pasiones a base de cirugía estética. Pero la vida es así: no hay vacunas para esto. La única manera de inmunizarse contra los males adolescentes y juveniles es pasar por ellos. Que la alcaldesa de Cádiz y candidata del PP a la presidencia de la Junta de Andalucía, Teófila Martínez tenía algún sarampión por pasar lo supimos el día aquel en que se puso a arengar huelguistas de los astilleros en la plaza de San Antonio de Cádiz. Claro que entonces el PP no estaba en el Gobierno. Tratar de convertirse en La Pasionaria pasados ya los cuarenta es un intento inútil. O, al menos, poco creíble. Ahora el PP nos la trata de vender como "la revolución". Se intenta identificarla con la idea de futuro, de vanguardia, tan querida por la izquierda cuando a la izquierda le preocupaba estas cosas y no perdía casi todas sus energías buscando un chollete en la Diputación más cercana. Para demostrarnos lo moderna que es, Teófila Martínez nos ha llamado "antiguos" a todos los que creemos que lo del 18 de julio del 36 fue un golpe de Estado. La guerra, para ella, es algo tan "antiguo" como "los vikingos". No hacía falta que Teófila Martínez hablara para dejar en evidencia cuál es su concepto de modernidad: basta verla a ella. Para Teófila Martínez, como para buena parte del PP, el vanguardismo está en las páginas de decoración de Telva. Por eso no es raro que los ediles del PP acostumbren a confundir el ejercicio de las tareas de la alcaldía con las del diseño de interiores: una plantita aquí, una estatua allá... Los del PP tienen una gran facilidad para caer en todas las trampas que le tiende el PSOE. Hasta Manuel Chaves -que, no nos engañemos, no es Metternich- les ha puesto en un aprieto con el asunto de las pensiones. Ahora, los conservadores han vuelto a meterse en un jardín con la propuesta de reparación a los exiliados del franquismo. El PP tenía abundantes argumentos para contrarrestar la iniciativa del PP. Podía hablar de la desvergüenza con la que el PSOE se ocupa ahora de este asunto, por el que tan poco hizo durante los catorce años que estuvo en el poder. Pero, en cambio, los conservadores, como Teófila, han preferido mirar hacia otro lado, poner un mohín de niña mona y llamar "antiguos" a quienes aún tienen un recuerdo doloroso de la guerra y de la represión. Para la derecha parece que fuera de mal gusto hablar de la guerra civil. Una grosería. Algo tan inoportuno como mencionar a aquel abuelo calavera que se fugó con una vicetiple dejando a la familia en la ruina. No cabe duda de que este gesto denota mala conciencia: el intento de borrar el pasado que disgusta. Ya durante el centenario de Lorca los medios oficiales trataron de obviar las circunstancias de su muerte, como si fuera posible. Pero no hay que olvidar. No hace falta volver a recordar eso de que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Simplemente, se trata de que los muertos -todos: los de unos y los de otros- y los represaliados merecen un respeto.
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