Los combustibles de automoción en España, tras su liberalización
Desde hace tiempo, pero con mayor intensidad en las últimas semanas, los medios de comunicación están realizando amplias referencias al análisis de la evolución de la inflación en España, sus efectos y sus causas. Entre estas últimas destaca, con especial singularidad y reiteración, la elevación de los precios de los combustibles que, en opinión de algunos, se debe no tanto al aumento del precio del crudo de petróleo, que se ha más que duplicado en los últimos seis meses tras la renovada política de reducción de la producción de la OPEP, como al mal funcionamiento del mercado de los productos petrolíferos y al grave error que supuso la supresión del régimen de precios máximos aplicable a las gasolinas súper y sin plomo a partir del 9 de octubre de 1998.
Y ello, entre otras, por las siguientes razones:
1. El impacto originado en el precio pagado por el consumidor por la supresión de los precios máximos de las gasolinas, un sistema que lleva en vigor más de diez meses, no puede valorarse por los resultados registrados en un corto periodo, sino por su funcionamiento desde el momento que se liberalizó el mercado. A lo largo de los referidos 10 meses, los precios medios de las gasolinas han sido inferiores al que se habría alcanzado al aplicar la fórmula de precios máximos vigente hasta el 8 de octubre de 1998.
Si Repsol hubiera establecido, en este periodo de más de diez meses, el precio obtenido al aplicar la citada fórmula, habría incrementado sus ingresos en 2.046 millones de pesetas. Las petroleras españolas no han repercutido al consumidor español todos los aumentos de coste del producto, a costa de reducir su beneficio por el aumento de la competencia en el mercado. Hay que señalar que, en el primer semestre de 1999, Repsol redujo sus resultados de Refino y Marketing en un 10%. Por otra parte, el precio de la gasolina en España, una vez eliminados los impuestos, es inferior al del conjunto de la Unión Europea. En la última decena de agosto, esta diferencia se situaba en torno a una peseta por litro, equivalente a casi el 2% del precio antes de impuestos.
2. Los márgenes obtenidos por las empresas refineras, al quedar suprimidos los precios máximos de la gasolina, han disminuido no solamenten en términos relativos, sino también en términos absolutos hasta dos pesetas por litro en algunos productos.
3. La existencia de competencia en el mercado queda suficientemente demostrada, además de por las razones anteriormente señaladas, al observar la diferencia de precios existentes entre los más altos y los más bajos y comparar este abanico de precios con el existente en Europa. En julio de 1999, los precios más bajos practicados en España en las gasolinas se situaron 12 pesetas por litro por debajo del precio medio, mientras que, los precios más altos superaban en 1,50 pesetaspor litro el precio medio, es decir, existió una diferencia máxima de 13,5 pesetas por litro entre los precios más altos y los precios más bajos practicados en un mismo día.
Entre los países europeos, solamente en Francia este rango de variación ha sido más elevado, mientra que en el Reino Unido ha sido similar. Ambos países son los que tienen los precios medios antes de impuestos más bajos de la Unión Europea.
Otro indicador de la mayor competencia existente en el mercado de los combustibles de automoción en España lo constituye el elevado número de estaciones de servicio de la red, que casi se ha duplicado en una década, al pasar de 3.900 en el año 1990 a las 7.000 existentes en la actualidad, aumento considerablemente superior al registrado en el consumo de carburantes. Ello, unido a que el número de operadores en España actualmente es superior a 30, y uno de los más elevados en los países de la Unión Europea, garantiza la existencia de una elevada competencia real que se refleja en la pérdida de cuota de mercado de los dos principales operadores.
4. Un factor adicional, que ha favorecido la competencia en el mercado, ha sido la significativa bajada de las tarifas logísticas de CLH (37% en los últimos cinco años), empresa cuyos servicios pueden ser utilizados en condiciones no discriminatorias por cualquier operador petrolífero. Además, en el último decenio se han desarrollado sistemas de distribución alternativos a las instalaciones de CLH, localizados en los principales puertos españoles.
5. La reciente globalización de los mercados está estimulando en el sector energético, en general, y en el petrolero, en particular, procesos de fusión empresarial que se traducen en una cada vez mayor dimensión de las unidades económicas. Estos procesos son más ostensibles en aquellos países cuyos mercados energéticos están más liberalizados, como ponen de manifiesto la reciente fusión de BP y Amoco y la OPA y contra-OPA de TotalFina y ELF en unos mercados como el británico y el francés, que están considerados los de mayor competencia en la Unión Europea. El proceso de troceamiento de las empresas petroleras españolas produciría el efecto contrario al generado en los países de nuestro entorno y no se traduciría en una mayor reducción del precio pagado por los consumidores por los productos petrolíferos españoles.
6. En definitiva, en Europa no ha habido proceso de liberalización tan rápido como el producido en España desde 1992, que ha dado lugar en menos de ocho años a una pérdida de cuota de mercado de más de 25 puntos de las empresas refinadoras españolas. Finalmente, tenemos la convicción de que nuestra obligación de gestión nos obligará cada día más a abordar con eficiencia y eficacia las consecuencias que en el ámbito del mercado se hayan de producir, aceptando siempre el señalamiento de nuestros errores, pero nunca la imputación de hechos a los que estimamos somos ajenos.
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