Pensiones: entre pillos anda el juego
Los argumentos que tejen la trama de la polémica entre Pujol y Aznar (la cosa empezó por Rato), a cuenta de si las pensiones no contributivas deben y pueden ser objeto en Cataluña de una revalorización adicional, suponen la gota que desborda un vaso ya colmado de despropósitos. Resulta oportuno, antes de que definifivamente nos ahoguen las propagandas, señalar algunos datos, y no sólo opiniones, que presentan descarnadamente las contradicciones y oportunismos de la mayoría gubernamental.Según diversos ministros, una subida adicional a estas pequeñas pensiones en modestísima cuantía, supondría la ruina de la Seguridad Social (Rato dixit) y quién sabe si la de España. Pero tal afirmación se compadece mal con las campañas de propaganda del Gobierno y sus voceros cuando pregonaban que nunca las pensiones habían subido tanto, y tan por encirna del IPC, como con el Gobierno del PP. En concreto, de un océano de citas pertinentes, destaco una de Arenas. El pasado mes de diciembre, el todavía responsable de la Seguridad Social se jactaba en el Congreso de que en tales menesteres su ministerio se había gastado 250.000 millones de pesetas (BOCG, número 201, página 10809). Y con ese argumentario y con cientos de millones de pesetas del erario público, se han montado actos informativos (¡) en hogares y residencias de pensionistas para beneficio político de responsables del PP.
Pero es el caso que, igualmente, en los mismos diarios de sesiones, constan las repetidas negativas y votos en contra de los diputados de CiU a las reiteradas iniciativas socialistas que pretendían que llegaran a los pensionistas más modestos algunas mejoras de su capacidad adquisitiva. Pues bien, no sólo no contamos con su apoyo, sino que escuchamos agudas invectivas cuando instábamos tales mejoras de las rentas disponibles de tres millones de españoles. Nuestra propuesta, además, cuidaba escrupulosamente la financiación de tales mejoras, para que no sufriera un ápice el equilibrio de las cuentas de la Seguridad Social, a cuya costa no se cargaba ni una sola peseta. Pero en CiU, es aún más curioso que no alzaran una voz en defensa de la autonomía andaluza cuando el presidente Chaves tomó iniciativas estrictamente asistenciales, actuando en el respeto estricto al marco competencial, de modo parecido a lo que se propone la Generalidad.
He ahí, entonces, que los adversarios de esta subida estuvieron hasta hace poco tiempo uncidos por sólidas coyundas. Y que estaban en ello tan huérfanos de razones como sobrados de apoyos fácticos y mediáticos. Cómo no recordar sus apelaciones a la quiebra del Pacto de Toledo o al principio de la caja única de la Seguridad Social. Argumentos falaces y cínicos y, desde luego, como ellos bien saben, rigurosamente falsos. Porque vamos a ver, el Pacto de Toledo no sólo no prohíbe ni desaconseja, sino que, por el contrario, alienta revalorizaciones superiores a la inflación para los pensionistas peor situados (Recomendación 12 del Pacto). Por otro lado, la financiación de las prestaciones no contributivas en nada afectan ni a la caja única de la Seguridad Social, por tratarse de prestaciones financiadas por el Estado con sus exclusivos recursos fiscales. De modo y manera que cualquier trato benevolente a este colectivo en nada agrede al sistema institucional de la Seguridad Social, ni a sus cuentas. Lo saben bien Rato y Pimentel; saben que mienten pero contribuyen de modo deliberado a polucionar el debate político sin que se les baje a la cara un color. Pero, no se engañen, de todos estos detalles eran conocedores los dirigentes de CiU, que ahora enarbolan posiciones distintas a las del Gobierno por razones electorales.
La verdad, la simple y llana verdad, que corre el riesgo de ser sepultada entre tanto opinante sin criterio o sin pudor, es que asistiremos a una cadena de subidas auspiciadas desde las Comunidades Autónomas. Entre las razones que la justifican se encuentra en primer plano el empecinamiento del Gobierno en la negativa a una mejora tan necesaria como posible en las actuales condiciones. Conviene que se sepa, por otra parte, que la cuantía que el Estado debería transferir a la Seguridad Social para su financiación es perfectamente asumible por los recursos de nuestra Hacienda. Ni conduce el Estado al estado de quiebra (cosa imposible por lo demás), ni compromete los equilibrios básicos de nuestra macroeconomía.
Conviene que se sepa, también, cuán odioso es el argumento de la imposibilidad que esgrime el Gobierno cuando a propósito de la reforma del IRPF ha mejorado las rentas disponibles de los españoles de nivel medio y alto en una cuantía global de 700.000 millones de pesetas. El Gobierno deberá reconocer que ese cambio fiscal en nada ha beneficiado a los pensionistas de más bajos ingresos. Por razón tan sencilla como que esa gente ni pagaba IRPF antes, ni lo paga ahora. No están exentos, ciertamente, pero no alcanzan el nivel mínimo.
Corremos el riesgo de asistir a un final de este debate en el que se rice el rizo de los despropósitos. Personalmente estoy esperando que el Gobierno intente alguna maniobra para generar confusión entre la ciudadanía. ¿Por qué se empeña el Gobierno en ligar esta subida a la revisión del Pacto de Toledo? Hay razones para que se enciendan luces de alarma ante las previsibles pretensiones del Gobierno. Acabarán aceptando una subida (veremos su cuantía), pero eso servirá para oscurecer un debate de más calado como es la financiación de los más de 600.000 millones de pesetas del complemento de mínimos. Y éste sí que es un tema que afecta sensiblemente a la caja única, al equilibrio, a la sostenibilidad y a todas esas cosas. La primera cuestión, la de la subida de las pensiones más bajas está resuelta en el Pacto de Toledo vigente; la segunda, la separación de fuentes de financiación, dará lugar a una interesante batalla dialéctica.
Y en estas estábamos cuando desde Quintanilla de Onésimo terció Aznar en la polémica del verano. Para decir algo contundente: que las pagas autonómicas rompen la cohesión social de España. ¡Hay que ver! ¿Qué idea de la cohesión social tendrá este hombre en la cabeza? ¿Cuán frágil y tenue ha de ser una cohesión que resulta fracturada por una paguilla de 700 pesetas mensuales? Aznar debiera ser informado por su gente de que la mayor discriminación entre pensionistas se produjo a propósito de su reforma del IRPF. Unos, los de pensiones más bajas, obtuvieron un beneficio nulo; otros, con pensiones más elevadas, han visto mejorada su renta de pensión neta de impuestos (la que se recibe después de la retención). Algunos, como los beneficiados de la pensión máxima del sistema, han visto incrementada por esta vía su prestación mensual en 5.750 pesetas.
Por eso viene a cuento lo que se le ha oído hace unos pocos días a uno de los diputados del PP que gusta de teorizar (lo que siempre es de agradecer). Ante un selecto auditorio de Universidad de Verano decía ese colega que la única realidad de la política es la apariencia. Y no deducía su aserto de citas cultas o doctrinas escolásticas, sino que procedía de una atenta observación desde su privilegiada posición de portavoz en la Comisión de Justicia e Interior. Las crónicas periodísticas nos trasladan con toda su crudeza el concepto de compromiso con la casa pública que tienen estos gobernantes. Les recuerdo dos perlas. Una, hay que no asustar: eso es el centro; otra, un juez puede ser independiente pero si no lo parece, no lo será, porque todo depende de cómo se perciba.
Ésta es la tartufocracia que se está construyendo con el inestimable apoyo de Telefónica y Tabacalera (que adquieren medios para ponerlos al servicio de Aznar). Pues bien, es obvio que en este marco la estabilidad y seguridad de las pensiones públicas es y será una cuestión que debe parecer la preocupación de estos centristas que gobiernan. Ya se encargarán los negociados correspondientes de reiterar las apariencias que convengan, de fabricar los debates que se precisen y las opiniones de las personas que no comulguen con las ruedas del molino gubernamental. Con todo ello pretendía transmitirles mi convencimiento de que en esto de las pensiones, en cuanto nos descuidemos, nos dan gato por liebre.
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