Paco
Como un cohete hacia el Pulitzer me despido hoy de ustedes, con un artículo muy íntimo, quizá demasiado, pero que a la vez refleja lo que se produce entre muchos atletas y sus entrenadores. Querido Paco:Hace ya 15 años que caí en tus manos, llevando una mochila con una camiseta, unos calcetines, un termo de té y en la cabeza una boina enroscada hasta las cejas. Pasado este tiempo, y viendo que el fin de mi carrera deportiva se producirá dentro de poco, es inevitable pensar en el pasado y hacer balance.
Deportivamente no me iré de vacío, ni mucho menos, pero eso no implica que sienta haber invertido en este deporte muchísimo más de lo recibido. ¿Cómo explicarle a alguien lo que supone estar seis años preparando algo con toda la ilusión del mundo, y que cuando puedes conseguirlo desaparece de ti una semana antes? No es posible, es demasiado duro.
Sin embargo, humanamente sí he sido campeón olímpico, te he conocido a ti y a mis amigos, y creo ser hoy mucho más tolerante, flexible, comprensivo y humano que antes.
Tengo que explicarle a todo el mundo que tu importancia va más allá de las técnicas de trabajo que me has enseñado; lo importante es el camino que me muestras día tras día, un camino lleno de trabajo, honestidad y amistad, y que ha sido tan vital para mí como persona. Y qué decir de ti cuando un atleta tuyo se lesiona. Me basta con mirarte a los ojos para saber cuánto estás sufriendo, y eso supone que jamás me has tratado como una máquina, siempre he sido un ser humano para ti, y como dice mi hija: "Qué feliz soy porque me siento querida".
Ahora que empiezo a formar gente espero parecerme a ti, para que veas en mí una continuación a la siembra que iniciaste hace más de 30 años. El camino que tú y otros tantos como tú enseñais diariamente es necesario para la sociedad, aunque como héroes anónimos que sois no se vea magnificado más que cuando los resultados acompañan.
Puede que la vida separe nuestros caminos dentro de poco, pero te ruego que hasta que ocurra sigas permitiéndome disfrutar de tu compañía y aprender un poco más; por mi parte, te prometo trabajo como una mula, fe ciega en el método y, si puedo, participar en los Juegos Olímpicos.
A ver si tengo suerte y algún entrenador profesional se entera de que sus atletas pueden ser buenos sin que sea necesario su distanciamiento. Los deportistas somos jóvenes y os necesitamos.
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