Dos países de una misma medalla
La cubana y española Niurka Montalvo gana el or o en longitud con un salto que pareció nulopero que no dejo huella en la plastilinaUn juez cántabro y otro noruego dieron validez al salto ganador, y guardaron la tabla intacta
Cuba y España comparten desde ayer una medalla de oro. Niurka Montalvo la logró en el salto de longitud, con un último impulso muy polémico. La atleta que ha sido cubana durante 31 años, y que desde el pasado mayo se cuenta entre los españoles de pleno derecho, saltó 7,03, pero dio la impresión de que pisaba la zona prohibida de la tabla. El pie derecho de Niurka estuvo más cerca que nunca del nulo, al borde de pisar la pasta que lo señala, pero según el juez que lo debía decidir, no la pisó. Y eso le dio el oro, la primera medalla que gana España en estos Mundiales y en la historia de su atletismo femenino. Era el sexto y último intento de la cubana nacionalizada el pasado 6 de mayo y ya tenía la medalla de plata en su cuello (había saltado 6,88 metros), como en Gotemburgo hace cuatro años, donde precisamente cayó derrotada por la misma italiana Fiona May (que la superaba ayer con 6,94). Era otro gran éxito, subir al segundo lugar del podio, pero la revancha podía estar mucho mejor. Y decidió jugàrsela. Había hecho nulo en el salto anterior y no perdía nada con arriesgar. Y le salió bien. Se fue a unos magníficos 7,06, nuevo récord de España, que mejoraba los recientes 7,03 que había conseguido en Sierra Nevada una semana antes.Niurka está acostumbrada a la gran competición y a los momentos delicados, pero después del ejercicio de concentración que tuvo que hacer en la prueba eliminatoria del sábado para asegurar un tercer salto que le diera el pase a la final, tuvo que empezar ayer haciendo otro alarde. Entonces superó un nulo casi tan discutible como el de anoche, y en la final le tocó abrir el concurso, con lo que supone de responsabilidad y sin conocer siquiera el primer salto de sus rivales.
Su idea, la del entrenador Rafael Blanquer, el segundo gran saltador español de la historia tras Luis Felipe Areta, era ajustarlo bien para asegurar la entrada entre las ocho saltadoras que pasaban a la mejora. Y lo hizo magníficamente. Se trataba de no hacer nulo, su gran miedo, y lo rozó, pero voló bien en elevación y cayó en los 6,80. Era una distancia esplendida que le aseguraba, además de la clasificación, la tranquilidad.
Marion Jones, que saltabaen cuarto lugar, volvió a hacer un ejercicio de desperdicio de velocidad en la coordinación para convertirla en salto largo, y se quedó en 6,79. El susto, como también cabía esperar, lo dio a continuación la italiana Fiona May, que sin coger apenas un tercio de la tabla hizo una exhibición de su flexibilidad con sus larguísimas piernas y alcanzó los 6,92 metros.Pasa a la página 38
Niurka se arriesgó hasta el límite
Viene de la página 33El concurso, que al principio parecía ser de cuatro, era cada vez más de tres. La rusa Galkina incluso quedaba superada por la británica Wise y sólo subiría a la cuarta plaza en el quinto intento.
Niurka hizo un segundo salto peor, 6,77, poque no se elevó lo suficiente. Llegó demasiado rápida a la tabla y perdió elevación. Pero ya tenía la tranquilidad, incluso se permitió hacer un nulo en el tercer salto. No había peligro. La italiana May (nacida en Inglaterra) seguía por delante, pues tras hacer nulo en el segundo salto se fue a 6,94 en el tercero. Luego, hizo nuevos nulos en los saltos cuarto y quinto; y Jones, en cambio, seguía siendo un peligro escaso, pues no mejoraría hasta el quinto intento, con 6,83. No pasaría de la medalla de bronce. Corre tanto que no coordina el salto. La estadounidensense había saltado ates, 6,62, nulo y 6,73, y después otro nulo, el sexto y último.
La española, en cambio, pese a caer de espaldas, en el cuarto intento, primero de la mejora, se ajustó otra vez muy bien a la tabla, llegó menos rápida y voló hasta 6,88. La plata estaba asegurada. En el quinto, jugándosela ya para intentar pasar de los siete metros, lo que le podía dar el oro en un concurso sin viento o algo contrario (0,3 metros por segundo), se pasó en el ajuste sobre la tabla y perdió la posibilidad de anotarse esa distancia, por culpa de otro nulo. Faltaba por llegar la explosión. Y llegó. Bien merecida según su temple y su garra. Después llegaría la reclamación italiana, rechazada por los jueces: un cántabro (Felipe Samoano) y un noruego designado por la federación internacional. Los dos guardaron luego la tabla, donde no se apreciaba huella alguna, para el caso de que la reclamara el jurado de apelación. Pero este jurado había rechazado con anterioridad la protesta de los italianos. No hubo caso.
Ya en otro concurso de longitud se produjo una polémica por el resultado y el reparto de las medallas. Fue en unos Mundiales, en la segunda edición, en Roma 87, y en el último salto de la longitud masculina. Los italianos, pues, jugaban entonces en su campo. Por eso cuando ayer surgieron las dudas sobre el salto de Niurka Montalvo pudo pensarse que se barría para casa como se hizo descaradamente entonces a favor del Giovanni Evangelisti. Pero la gran diferencia, lo fundamental que cambia con respecto a lo de ayer, es que en 1987 sí se hizo una auténtica trampa. A Evangelisti no se le favoreció en un nulo, que se habría discutido en en las apelaciones como ayer, sino en la medición del salto, que se falseó para que ganara la medalla de bronce.
El concurso fue dominado una vez más por el imbatible estadounidense Carl Lewis. Pero sorprendentemente, Evangelisti saltó en el último intento 8,38, que le otorgaba el bronce. Una investigación posterior confirmó que los jueces habían manipulado la medición, y que no había llegado ni a los ocho metros. Siete meses después, se le quitó la medalla.
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