_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Con perdón

Juan José Millás

No hay, que yo sepa, ninguna secta cuyo objeto sea el culto a la gasolina o al motor de explosión, por poner dos ejemplos sencillos. Y es que el problema de la gasolina y del motor de explosión es que existen. Si uno pretende arrastrar a las masas, debe ofrecerles cosas irreales, cuanto más irreales mejor. La gente se muere por todo lo irreal. De ahí que haya tantas sectas satánicas, o tantas religiones con sus dioses. Si Luzbel existiera, no le haríamos ningún caso. Sería un jefe de sección o un subsecretario, quizá un director de personal o un ministro de Fomento: un pobre diablo, pues. El demonio sólo tiene interés a condición de no existir, como la patria, en fin, y otras quimeras por las que hay tanto loco dispuesto a perder la vida. O a quitarla. Hace poco, en EEUU, un francotirador nazi salió a matar por la raza blanca. Si a este demente le hubieran pedido que asesinara por las ensaimadas de Mallorca, se habría negado con razón, porque las ensaimadas de Mallorca existen. La raza blanca, en cambio, es una construcción verbal, una pesadilla, un delirio, por el que da gusto entrar en una guardería y cargarse a veinte o treinta niños.El éxito de Gil en las urnas consiste en que maneja materiales fantásticos como Hong Kong o el Atlético de Madrid. Parece mentira, pero gracias a tonterías de ese tipo se ha hecho con Marbella y está a punto de levantar dos comunidades autónomas que para sí las quisiera el rey de Marruecos. Por si fuera poco, Gil y Gil tiene la ventaja de que él mismo, pese a su volumen, es completamente irreal. Cojan, si no, ustedes un papel, hagan cálculos, dibujen las barbaridades que se les ocurran y se darán cuenta enseguida de que una creación como la de este hombre, o lo que sea, es imposible. En caso contrario, su propia gente le habría ya corrido a gorrazos por Marbella. Pero gusta por eso, por la imposibilidad metafísica de que un sujeto de esas características se pueda corporeizar, incluso contando con las perversiones de la ingeniería genética.

Todo el mundo necesita, pues, introducir en su vida un grado de absurdo, de irrealidad, de falta de sentido, del que Gil y Gil es un proveedor perfecto. Así que estamos jodidos, con perdón.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_