Los senegaleses son más hospitalarios
Senegal es un país cálido, y no sólo por el clima, sino por el calor de sus gentes afectuosas. Eso es, al menos, lo que cuenta Karime Diop sobre su país y su paisanaje. "Aquí la mayor parte de la gente es buena, pero en Senegal somos más abiertos", asegura. "Aunque no te conozcan de nada, si tienes un problema, los senegaleses harán lo posible por ayudarte", añade. Karime está muy a gusto en la Comunidad Valenciana, casado con una catalana y con un empleo en una fábrica de Alicante, pero habla maravillas de la tierra que le vio nacer. "Echo de menos a la familia, a los amigos, y la vida de allí, que es distinta", señala. ¿En qué estriban esas diferencias? En un trato mucho más directo y natural. "Allí no hay tantas formalidades. Si vas a visitar a alguien no hace falta llamar antes", expone Karime. También en una mayor capacidad de entrega. "La familia lo comparte todo, aunque tenga muy poco", dice. Además, los senegaleses aceptan a cualquiera independientemente de cuál sea su raza o condición. "Allí nadie te mira porque el color de tu piel sea diferente. Aquí, si eres negro y te ven mal vestido, piensan que eres un delincuente, y si te ven bien vestido, que eres un estafador", señala. Algo que Karime no echa de menos es el clima, que considera muy parecido al africano. Sin embargo, el invierno le resulta algo más crudo. "El sol se retira muy pronto y hace bastante frío para mí", dice. En su país, el calor también fomenta las relaciones interpersonales. "Si hace mucho calor puedes pasar la noche en la puerta de tu casa sin ningún problema y todos los que pasan te saludan aunque no te conozcan. Cualquiera se puede sentar y contarte su vida. Allí es más fácil ser amigo de alguien", cuenta. Karime nunca ha tenido un problema grave en la Comunidad Valenciana, ni cuando vino por primera vez, en 1987, ni en los últimos seis años, durante los que se ha establecido en Alicante. "Quizá he tenido suerte", reflexiona. "Lo que quiero es integrarme bien y vivir aquí, porque la vida en España me da cosas que no tenía en Senegal: salud, alegría, una mujer y un trabajo", añade. Karime ha hecho turismo con su esposa y nota la diferencia entre los habitantes de las distintas comunidades. "Con Andalucía no hay muchas diferencias, pero sí con Cataluña", asegura. "Mi mujer es catalana, pero debo decir que son un poco raros. Igual encuentras a alguien encantador como a alguien que no quiere decirte ni una palabra en castellano", señala. Lo que más le gusta. La gente. Calcula que el porcentaje entre buenas y malas personas debe andar en torno al 75% y el 25%, respectivamente. Algo que nunca llegará a entender. Que se coma jamón. "Respeto esa costumbre, pero desde pequeño me han dicho en casa cosas malas sobre los cerdos, y yo no puedo comerlo", explica. No obstante, pese a hallarse en un país tan aficionado a los manjares porcinos, nunca ha tenido problema alguno para mantener sus hábitos dietéticos. Lo que más le sorprendió al llegar. Comprobar que los valencianos tienen un ritmo de vida similar al de los senegaleses. "A la gente le gusta bailar y salir", señala, y destaca esta cualidad frente a otros europeos, como los franceses. "Senegal fue colonia francesa y nuestra educación es francesa. Me sorprendió que, siendo ambos europeos, españoles y franceses vivieran de forma tan diferente". Asimismo, no esperaba encontrar un país tan abierto. "Pocos países europeos son tan tolerantes como España e Italia", dice. Así nos ve. Buena gente que recibe al inmigrante con los brazos abiertos.
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