Teléfonos celulares
Cada día es más frecuente ver una fila de automóviles que circula a ritmo lento, detrás de otro vehículo cuyo dueño se desplaza a bajísima velocidad. Uno suele pensar entonces que el vehículo retardado sufre una avería o que su conductor tiene algún grave problema. Pero, ¡qué va! Lo más normal, de un tiempo a esta parte, es que el susodicho conductor vaya hablando animadamente a través de su teléfono móvil, que los cursis llaman celular. La cosa no llegaría a mayores si esa conducta no generara accidentes y retrasos. Pero sí que los genera, y en muchas ocasiones, muy graves. No estaría de más que se fortaleciera un poco la vigilancia de estas conductas insolidarias, o que el Ayuntamiento, en vez de malgastar el dinero de los impuestos, desarrollara alguna campaña para extender la conciencia de la peligrosidad que implica el ir hablando por teléfono mientras se conduce.Claro que, habida cuenta del interés que se toman por los problemas de los ciudadanos, sé que es mucho pedir. Por eso lo plantearé en otros términos, en términos económicos, que parece ser el único lenguaje que los responsables municipales entienden: ¿Se imaginan la cantidad de dinero que podrían ahorrarse en asistencia sanitaria, si el empleo de teléfonos móviles en el interior de vehículos en marcha dejara de existir? Piénsenlo. Y hagan algo, ahora que aún esa práctica no se ha extendido demasiado y todavía queda tiempo para corregirla.
¡Ah!, se me olvidaba. No está nada claro el impacto que los teléfonos móviles pueden tener en las inmediaciones de instalaciones como gasolineras, centrales eléctricas o establecimientos de almacenes de gases o similares. Ésa es una razón de más para que controlen el empleo de los denominados teléfonos celulares.-
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