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Tribuna:Jornal de agosto
Tribuna
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Cigarras como hormigas

Son cigarras que trabajan como hormigas. O viceversa. Cantan en verano y, de paso, llenan la despensa para el invierno. Son los músicos de la Orquesta Brass, una formación con casi tres décadas de historia y cientos de galas veraniegas a la espalda.En esta temporada rodarán más de 15.000 kilómetros para interpretar los temas de Ricky Martín, Juan Luis Guerra o Rocío Jurado. Ayer, en Orense; mañana, en Chinchón; pasado, en Badajoz, y al otro, en Las Vistillas. Pasodobles, rancheras, canciones del verano, rock duro o bakalao. Se atreven con todo con tal de que el público baile y se divierta. De eso se trata: de llenar plazas, mayores o menores, en honor al santo patrono y bajo los auspicios económicos del Ayuntamiento de turno (entre 500.000 y un millón de pesetas por gala).El estío es la temporada alta de contratos para las bandas como ésta, que dirige Luis. Su apellido es Zaragoza, pero artísticamente es hijo de su orquesta: Luis Brass. Cuando él se incorporó a la formación, en 1980, el mundillo vivía momentos duros. "Desde finales de los años setenta, las salas de fiestas dejaron de dar trabajo a los músicos. Por eso hubo que centrarse en las galas, que predominan en verano", explica este cantante de 49 años. Para las orquestas como Brass, julio y agosto son sinónimo de trabajo agotador. Tocar, viajar, tocar... y dormir cuando se puede, algunos días no más de cinco horas. La furgoneta, blanca y grande, parece un hogar sobre ruedas. Lo habitan ocho personas: cinco músicos, dos chicas vocalistas y Luis, también cantante. "La convivencia no siempre es fácil", apunta el jefe. Un equipo formado por tres hombres y una mujer viaja por delante para montar los altavoces e instrumentos en cada escenario. "A veces es una tarea bien dura, sobre todo cuando hay que trabajar deprisa y bajo un sol de justicia", explicaba uno de los técnicos en plena faena el pasado día 24 en la plaza de Chinchón. Luego se instalaría en la mesa para controlar el sonido durante la actuación, ya bajo la égida de la Luna. Frescor al fin, y una copa helada para reforzarlo, que empieza la función, casi siempre previsible. "Contentar a todos". Con ese criterio selecciona la Orquesta Brass su repertorio. El menú musical tiene platos fijos. De primero, Juan Luis Guerra. "Nos ha hecho un buen favor, porque tiene canciones muy alegres", dice Luis. En la pista de baile se deja sentir la moda de las lunas de miel en la República Dominicana: hay parejas jóvenes que bailan las bachatas sin los estertores propios de los adictos a la música disco. "Los ritmos tropicales gustan mucho. El merengue entusiasma, por ejemplo. En cambio, la salsa no engancha", detalla Luis antes de arrancarse con La gota fría: ballenato colombiano en Chinchón. Los niños se acodan en el escenario, pendientes del pasodoble que canta con remango María Soledad. Las niñas bailan entre ellas y las madres mecen al ritmo los cochecitos de bebé. La vocalista devuelve el protagonismo a Luis, que opta por un estilo bien distinto. "Y vive Dios que como México no hay dos", proclama con voz bien timbrada. "Conforme avanza la noche, la marcha gana terreno: los mayores se van a la cama y los jóvenes quieren ritmo desenfrenado, bakalao, heavy... Tenemos que tocar de todo", resume satisfecho el jefe de la orquesta. El menú musical tiene postres variados. Luis está contento de manejarse con tal diversidad, porque se considera un privilegiado: "Me gusta este trabajo y vivo de ello con holgura". No se arrepiente de haber dejado su empleo de tapicero para dedicarse plenamente al ritmo. Claro, que de aquello hace ya mucho tiempo. Luis es el veterano de la orquesta. Le secundan instrumentistas más jóvenes: Jacobo Cimadevila (saxo), José Miguel Sánchez (guitarra), Benjamín Barreno (teclado), Antonio Pastora (batería) y Miguel Lozano (bajo). En las voces le apoyan Virgina Argüelles y María Soledad. Un elenco amplio para un verano siempre largo: unas 60 galas entre julio y septiembre. "El resto del año hacemos 30 o 40 en el hotel Palace, donde tocamos música de baile internacional", detalla el jefe de la banda. En hospedajes de lujo o plazas de pueblo, Luis disfruta. Ya no sueña con grabar un disco. "Por fin se ha dignificado el trabajo de los músicos. Ya no nos tratan como a titiriteros, dicho sea con todos los respetos", afirma. El verano sigue. La música, también.

Orquesta Brass. Día 12 de agosto en Las Vistillas, a las 22.30.

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