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Los niños del arte

POSTALESDurante las noches de verano, los dos dejan de ser adolescentes que estudian tercero y cuarto de ESO para convertirse en fuego y baile. Fuensanta Fresneda, La Moneta, de 15 años, e Iván Vargas, de 14, son dos de los nuevos valores del flamenco surgidos en Granada. Cada noche actúan para los turistas en la zambra de La Rocío, en pleno Sacromonte. "Pero, ¡ojo!", advierte por su lado Curro Albaicín, uno de los mayores expertos del barrio y del flamenco: "Actuar para los turistas a veces requiere más arte que para el público entendido". "Yo bailo desde los ocho años", dice La Moneta. "Desde que entré en la academia de flamenco de Mariquilla". "Yo bailo desde que me acuerdo", dice Vargas. Son explosivos. Los turistas, alemanes, holandeses, franceses, japoneses, ponen a veces los ojos en blanco viéndoles actuar. La tradición del Sacromonte, ahora un poco más alicaída, según relata Curro Albaicín, un peculiar personaje granadino, tuvo su mayor esplendor en los años cincuenta, "cuando lo de los americanos". Con lo "de los americanos" se refieren al boom de actores de Hollywood que se dejaron caer por el barrio granadino y alimentaron el mito de la zambra, esas cuevas del Sacromonte plagadas de fotos de famosos y con peroles colgando del techo en donde, noche tras noche, la juerga estaba asegurada. Ahora sólo quedan dos zambras y dos tablaos en el barrio, pero el arte corre por las venas de los críos y de los adolescentes. Vargas y La Moneta, que ya empiezan a ser requeridos por diversos festivales, son un claro ejemplo de ello. Impresionan cuando actúan. "Lo que tiene una zambra", comenta Curro Albaicín, "es la proximidad con el público: aquí no se está sobre un escenario, sino entre la gente. Uno está sentado y recibe en la cara el golpe del vuelo de una falda, se siente el movimiento". "Los turistas se entusiasman", dice La Moneta. "Eso sí lo notamos muchas veces mientras estamos bailando". Luego agrega: "Cada noche que salimos a bailar queremos hacerlo bien, queremos hacerlo con arte, y eso lo notan". ¿Tiene el baile flamenco futuro? La Moneta e Iván Vargas afirman al unísono con la cabeza. "Mientras haya arte, el flamenco tiene futuro", dicen. Sin embargo, los jóvenes valores de hoy no son como los de antes, que apostaban su vida al éxito artístico. "A nosotros nos gustaría vivir del baile", cuenta La Moneta, "pero también nos gusta estudiar, porque no queremos ser unos incultos. Queremos tener nuestras carreras en el futuro, y si esto no sale, pues dedicarnos a otra cosa. Nunca se sabe lo que te depara el destino". Les gusta actuar para los turistas. "Son gente de otras costumbres", dice Vargas. "Y llama la atención". Para ellos, los más raros son los israelíes, porque "no paran de moverse, o levantarse, o canturrear sus cosas mientras estamos actuando". La Moneta añade: "Y los japoneses se quedan dormidos, pobrecillos, porque entre el cambio de horario y que los levantan al ser de día para ver cosas, terminan reventados". Mientras aguardan la llegada de un nuevo paquete de turistas, beben agua y juegan con otros críos de la zambra, el único lugar donde el flamenco se vive desde la infancia. Flamenco y arte.

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