Un seminario analiza la delincuencia de los niños en barrios marginales

Después de inspirar una obra de teatro y una película sobre la dureza de la vida en los guetos, los integrantes del Colectivo de Jóvenes de La Coma (Paterna) han reunido esta semana en su granja-escuela a varias decenas de representantes de colectivos implicados en la lucha contra la exclusión social en barrios marginales de toda España. El seminario ha tomado como protagonistas a los niños, "los más vulnerables" en un entorno degradado, y analiza la relación entre la falta de expectativas y la elevada delincuencia juvenil.

Los participantes en las jornadas, llegados desde Madrid, Bilbao, Sevilla o Murcia, coincidieron en que los guetos de las grandes ciudades no reúnen condiciones para que se desarrollen los niños. Todos relacionaron la violencia, agresividad e infracciones penales en las que incurren centenares de estos menores con la carencia de recursos, de lugares para jugar y con los malos ejemplos con los que conviven y que acaban imitando. "Los niños están en un conflicto permanente con el barrio, con sus padres y su entorno, y acaban delinquiendo porque necesitan demostrar que son alguien", defendió uno de los participantes, Manuel Sáez. Sólo así se explican que algunos niños lleguen a gastarse el botín de un robo en una tarde en los recreativos, comprando chucherías y repartiendo billetes a sus amigos. Para combatir esta situación apuestan por dotar de más confianza a estos adolescentes, ofreciéndoles alternativas para potenciar su creatividad y demostrándoles que son capaces de hacer algo importante. Ponen como ejemplo a los niños que actúan en la película rodada en La Coma y a un joven guitarrista que ya ha grabado su primer disco. Otros no tuvieron tanta suerte, como los más de 200 vecinos del barrio, la mayoría jóvenes, que cumplen condena en Picassent, los centenares que están enganchados a la droga o Julia, la niña que murió atropellada y da nombre a la granja-escuela. Familias sin recursos Enrique de Castro, el párroco madrileño de Entrevías comprometido desde hace años en la lucha contra la exclusión social, criticó que la Administración aparte a muchos niños de sus padres porque estos carecen de recursos. Al recluirlos en centros de internamiento se quedan, en su opinión, sin afecto, alejados de su entorno social e iniciándose a veces en el mundo de la delincuencia por convivir con menores habituados a saltarse la ley. El párroco y otros ponentes propusieron que los miles de millones (5.000 en la Comunidad Valenciana) que las administraciones autonómicas tienen que destinar a construir nuevos centros de internamiento para adaptarse a la futura ley penal juvenil los dediquen a dotar de recursos asistenciales a estas familias para que puedan atender a sus hijos. Los participantes se sumaron a las críticas a la futura ley penal juvenil que han efectuado en los últimos meses diversos magistrados y profesionales dedicados a la reeducación de menores. María Ángeles Blanco, del Colectivo de Jóvenes, resumió que esta ley "en aras del bienestar del menor pretende justificar barbaridades como arrancar a un niño de su entorno y encerrarlo en situación de régimen cerrado". El criminólogo y jurista Gerardo de Miguel abogó por la reeducación frente a castigos como el internamiento. "Los castigos", sentenció, "destruyen la convivencia, envilecen al que los impone y sólo generan odio y violencia".