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PERE DURAN, EL INGENIERO

Conciencia industrial y consenso político

En la trayectoria profesional del ingeniero de caminos Pere Duran Farell, recientemente fallecido en Barcelona, han destacado tres aspectos esenciales: su contribución al desarrollo industrial, su impulso a los sectores del gas y de la energía nuclear, y su faceta de promotor cultural. El primero de estos apartados, menos conocido que el estrictamente energético, registró un episodio significativo en la etapa de la llamada banca industrial, cuando Duran -junto con Josep Maria Bultó, Domingo Valls Taberner, Jaime de Semir, Jaume Carner, Manuel Ortínez, Olegario Soldevila, Joan Sardà Dexeus y Jordi Pujol, entre otros - promovió la creación del Banco Industrial de Cataluña (BIC). La apelación participativa lanzada por los promotores del proyecto escindió el mundo industrial catalán entre los que se adhirieron al proyecto, como el Gremio de Fabricantes de Sabadell, y un sector refractario en el que se alinearon el antiguo Instituto Industrial de Terrassa -germen de la actual CECOT- y el Consejo de Empresarios de Barcelona, fundido más tarde en la gran patronal Fomento del Trabajo. El proyecto empezó a torcerse definitivamente cuando Banca Catalana inició la toma del control mayoritario del BIC provocando la retirada de otras entidades inicialmente comprometidas, como el Banco de Sabadell y el Banco Comercial Transatlántico. La misma beligerancia demostrada por Banca Catalana -entonces presidida por Jordi Pujol- desencadenó la renuncia de Duran Farell, de Ortínez y del economista Joan Sardà, que poco antes había sido nombrado responsable del servicio de estudios del banco. En poco tiempo, el espíritu fundacional de la entidad -expresado en la actitud pactista de sus dos primeros presidentes, Jose María Bultó y Domingo Valls- evolucionó hacia el gregarismo, sobre todo a partir del momento en que Andreu Ribera Rovira pasó a desempeñar la presidencia del BIC. En líneas generales, la vinculación de Duran a los proyectos financieros destinados a favorecer el desarrollo industrial se debieron en gran medida a la influencia que tuvo Juan Lladó -ex consejero delegado del Banco Urquijo- sobre la trayectoria profesional del ingeniero fallecido. A través de Lladó, Pere Duran se vinculó apasionadamente a la aventura del Urquijo y en esa misma época diseñó el grupo Corporación Industrial Catalana, cuyos pilares esenciales fueron Catalana de Gas e Hidruña, propietaria de la central nuclear de Vandellòs, la primera construida en España. Duran siguió de cerca otras trayectorias movidas por el instinto desarrollista de la época, que arrastraron a una parte de los grandes accionistas de la banca española -los Fierro, Oriol, Molins, Urquijo y Ruiz-Mateos, entre otros- y también a profesionales vinculados al sector, como fue el caso de Ramon Trias Fargas, entonces director del servicio de estudios del mismo Urquijo. Fue una etapa marcada por las alianzas entre emprendedores y parte de la vieja aristocracia financiera que se había mantenido dormida en los consejos de los llamados siete grandes. Sobre este mismo cañamazo, en el que se cruzaban los intereses económicos de los antiguos núcleos patrimonialistas con el impulso de los sectores emergentes, se diseñó el primer intento de constituir la empresa Gas Natural, SA. La sociedad fue registrada en 1965 por Duran, Lladó y el empresario catalán de tercera generación Eusebio Bertrand Mata. De hecho, la introducción del gas natural en España había comenzado a gestarse un poco antes, en 1960, en París, cuando el estratega Georges Picot, asesor del presidente francés, Charles de Gaulle, creó la Asociación Euroafricana Minera e Industrial (Assemi). Fue el mismo Picot quien invitó a participar en el proyecto al Banco Urquijo de Juan Lladó, salvando el aislamiento internacional de España, y este último ofreció la representación a Duran, conocedor ya entonces de los yacimientos de gas de Hassir Mel, en Argelia, cuando todavía era colonia francesa.

Los episodios posteriores son conocidos; desembocan en 1974, cuando el Gobierno provisional de Arias Navarro decretó traspasar la planta de regasificación de Barcelona a la empresa nacional Enagas, provocando en la práctica la muerte súbita de Gas Natural. Mucho más tarde, ya en 1991, Duran, desde la histórica Catalana de Gas, reapareció como forjador de un acuerdo accionarial entre Repsol y La Caixa, que ha alumbrado la actual Gas Natural SGD, impulsora del gasoducto del Magreb, auténtica puerta sur del gas europeo. El actual presidente de Gas Natural, Antoni Brufau, ha recordado estos días que " Duran no sucumbió a ninguna de las tentaciones del ámbito de la política, aunque intervino siempre en los asuntos públicos". Entre estos asuntos, cabe destacar su faceta de aproximador de las cuestiones catalanas en Madrid, iniciada en los escasos pero fecundos contactos que el ingeniero catalán mantuvo en el Pardo con Franco. Esta misma senda, la del consenso a cualquier precio y por encima de todo, le condujo más recientemente a facilitar las conversaciones entre el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, y el de la Generalitat, Jordi Pujol, que a menudo se celebraron en el domicilio familiar de Duran en Premià (Maresme). Duran no hacía política, pero se movía con agilidad felina en los intersticios civiles que enmarcan la vida política. Puede decirse que compaginó la vocación transversal con la neutralidad ideológica. La transversalidad se reflejó, por ejemplo, en su apoyo al Pacte Cultural impulsado por Joan Rigol y en los éxitos del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), ya que en ambos casos contribuyó al encuentro entre la Generalitat, como Administración competente, y el Ayuntamiento, propietario de los activos. Respecto a la neutralidad política, aplicó el criterio salomónico de participar en el foro Catalunya Segle XXI y a la vez contribuir al documento Catalunya demà. En la esfera internacional, Duran compaginó su perfil cultural de afrancesado con las relaciones de amistad en el Magreb. En su momento desarrolló relaciones muy estrechas con los líderes de la revolución argelina -Hari Bu Medien y Ben Bella- y muy recientemente mantuvo contactos con el actual presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, que hace unos días le pidió a Duran la reanudación de los vuelos de Iberia Madrid-Argel. En el ámbito de las instituciones empresariales, Duran compaginó la distancia con la influencia. Su "espléndida tozudez" -así define Pasqual Maragall un rasgo característico de la personalidad de Duran-le permitió participar desde fuera en tres sucesivas transiciones de las élites económicas catalanas: primero, en la década de los sesenta, ayudando a configurar los equipos liberales del Círculo de Economía; más tarde, en la transformación democrática del Fomento del Trabajo Nacional, y muy recientemente, desde el consejo consultivo de la Cámara de Comercio de Barcelona. Duran ha realizado estas tareas desde la heterodoxia y ha aconsejado nombramientos que casi siempre han superado la barrera del escepticismo, como ocurrió en los casos del que fue delegado de los Juegos Olímpicos, Josep Miquel Abad, y del ex gerente de la Cámara de Comercio Jordi Oliveras.

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