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Rouen reúne a 'La Armada del siglo'

Diez millones de curiosos se han acercado hasta la localidad francesa de Rouen para ver de cerca La Armada del siglo, una concentración de una treintena de veleros míticos, navíos de 25 a 108 metros de eslora venidos de todo el mundo, en una convocatoria que comenzó el pasado 9 de julio y que mañana se despide. Desde grandes buques como el ruso Mir hasta pequeñas goletas como la irlandesa Asgard II. Unos sirven de buque-escuela; otros, de vivienda, y otros se alquilan a los que quieran saber lo que era el mar antes de que los motores lo domesticaran.Rouen, al borde del Sena, a 120 kilómetros del mar, se desvive por los veleros. 800 familias se turnan para acoger en sus hogares a los marineros que deseen vivir algunos días en tierra firme y contar aventuras a sus anfitriones. Obviamente, marineros y familias hospitalarias tenían que desembocar en amores. La tradición lo exige y Hélène y Juan Carlos, oficial del Cuauhtémoc, se casarán en agosto después de haberse conocido cinco años atrás, cuando el barco-escuela mexicano abordó los muelles de Rouen.

Para Ayuntamiento, patrocinadores y la región de la Alta Normandía la operación Armada del siglo se está convirtiendo en un negocio redondo. Eso permite que el alcalde se plantee hoy la rehabilitación de ocho kilómetros de muelle en pleno centro de la ciudad, esos mismos espacios que durante diez días acogen a músicos, vendedores ambulantes y restaurantes improvisados.

La presencia española es escasa. Sólo un barco militar participa en el encuentro. Pero los astilleros hispanos sí están bien representados: el venezolano Simón Bolívar fue construido en los Astilleros y Talleres Celaya, de Bilbao. De ahí procede también el Guayas ecuatoriano, el Cuauhtémoc o el colombiano Gloria. El Capitán Miranda, uruguayo, es fruto de la competencia de los astilleros navales de Cádiz. Las cinco naves son de tres palos; unas miden 60 metros y otras 90, unas despliegan 2.220 metros cuadrados de vela y otras menos de 1.400, en unas viajan casi trescientas personas mientras que en otras no caben más de ochenta.

El gran momento se producirá mañana, cuando los 30 veleros tomen la dirección del mar y, a partir de las 7.30, aprovechando la marea, desfilen por el Sena. Con todas las velas desplegadas, los tres mástiles atravesarán un paisaje típicamente normando, ondulado, muy verde, de grandes arboledas y prados repletos de vacas. Las riberas del río estarán festoneadas por miles de brazos saludando a los gigantes silenciosos.

El considerado como puerto más romántico de Francia inició esta experiencia en 1989, repitió en 1994 con éxito creciente y, tras despedir esta tercera convocatoria, prepara ya sus muelles para un nuevo encuentro.

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