Las obras en el albergue de Cruz Roja crean problemas a los inmigrantes para encontrar cobijo
Los inmigrantes en situación más precaria están comenzando a tener problemas este verano para encontrar un albergue donde dormir. El único refugio de la ciudad especializado en inmigrantes y solicitantes de asilo, el que Cruz Roja regenta en Valdecanillas (San Blas), ha cerrado este mes el cupo de nuevas admisiones para emprender urgentes reparaciones en una de sus dos plantas. Eso supone que en agosto y hasta mediados de septiembre sólo estarán disponibles 60 de sus 180 camas, ocupadas por usuarios que ingresaron en junio y no han agotado el plazo máximo de estancia de tres meses. Esta situación se agrava por el hecho de que en verano algunos centros para indigentes, a los que también van los inmigrantes, cierran un mes por vacaciones del personal o para efectuar tareas de limpieza y reparaciones. Así, el albergue de San Juan de Dios, con 232 plazas, 50 de ellas para inmigrantes, baja la persiana en agosto, y el de San Martín de Porres, con 72 camas, cierra en julio.
Otros servicios alternativos como el centro de acogida nocturna de Cáritas en la calle de Almortas (Tetuán) limitan su aforo. En concreto, este recinto, dotado de sillas para descansar y no de camas, mantiene en agosto sólo 12 butacas para emergencias en lugar de las 40 habituales.
Así las cosas, la única opción que queda es el albergue municipal de San Isidro, con 275 camas llenas, porque otros cobijos como el pabellón de Mayorales, con 110 plazas, en la Casa de Campo, o el Don de María, con 80 camas, en el parque del Emir Mohamed, sólo abren en los meses de frío.
50 personas sin cama
Los problemas ya han comenzado. Manoli Cornejo, portavoz del Comité de Solidaridad con Oriente Próximo (Cosop), una entidad que regenta en Arganzuela un centro de atención para inmigrantes irregulares, explica que tienen ya 50 personas a las que no pueden ofrecer un alojamiento temporal. "En el invierno hay también problemas, porque tenemos más situaciones de necesidad que plazas en los albergues, pero conseguimos buscarles sitio. Ahora, en verano, las cosas se ponen muy difíciles", añade esta trabajadora social que durante las tardes ejerce de voluntaria en Cosop y por las mañanas trabaja en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
Responsables de Cruz Roja en el albergue de San Blas reconocen que ellos también se ven obligados a aconsejarles a los inmigrantes "que se busquen la vida" al cerrarse las nuevas admisiones al centro por las obras. "Les decimos que vayan a albergues de otras provincias o a casas de compatriotas", admiten. "No es plato de gusto hacerlo, pero resulta imprescindible arreglar el albergue, porque está bastante deteriorado y hay que ejecutar sin falta obras de pintura, limpieza, fontanería, albañilería y desinfección", añaden.
El albergue de San Blas también cerró el año pasado una de sus plantas, pero se trataba, a diferencia de este año, del piso habilitado con menos camas, por lo que pudieron permanecer en el recinto más de cien personas.
En estos momentos las plazas para extranjeros en San Juan de Dios están copadas por inmigrantes derivados del centro de Cruz Roja por las obras. "Cada vez son más los inmigrantes que buscan refugio en los albergues para indigentes", aduce Cornejo para explicar que año a año aumentan las dificultades para encontrar camas.
Antonio Rodríguez, responsable de San Martín de Porres, coincide en el diagnóstico: "En 1998 tuvimos en el albergue un 35% de inmigrantes como media, y este año, en los meses de abril y mayo, esa proporción ha ascendido hasta el 65%", afirma. "Está cambiando el perfil del usuario de los albergues; estos inmigrantes no son personas en una situación crónica de falta de arraigo y recursos personales, a ellos les falta un techo porque se hallan en una situación precaria", añade.
"Su problema requiere una atención particular que a veces no podemos darles, porque uno de sus principales obstáculos es su falta de permiso de trabajo y residencia", matiza Rodríguez.
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