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FÚTBOLSu selección ganó a China el Mundial femenino tras marcar los cinco penaltis del desempate

Primera euforia del fútbol en EE UU

Estados Unidos vivió ayer su primera jornada eufórica de fútbol. Y lo hizo con su selección fenemina, que se proclamó campeona del mundo al derrotar a la de China en el desempate a penaltis, tras haber terminado sin goles el partido. También acabó en empate el choque por el tercer puesto, en el que Brasil venció a Noruega (anteriores campeonas) en la tanda de penaltis. Bri Scurry, una jugadora negra en un equipo blanco, salvó la gran fiesta norteamericana del fútbol. Después de 120 minutos de partido y prórroga sin goles y con escasas oortunidades, la guardameta de la selección estadounidense (la "mosca en la leche", como ella misma dice) se lanzó hacia su izquierda para detener el tercer penalti de la selección de China. Los demás lanzamientos hicieron diana.

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Lo que vino después fue el delirio, delirio que prendió Brandi Chastain, la última anotadora americana, al quitarse la camiseta nada más marcar el 5-4 para su equipo. Sus compañeras (todas, excepto Bri, que fue a abrazar a su familia, en un estadio repleto, como la selección, de blancos) se abalanzaron sobre Brandi, que llevaba un top negro, y los 90.185 espectadores del Rose Bowl de Pasadena se querían morir de emoción y de orgullo. Campeonas del mundo. Campeones del mundo ¡de fútbol! Hubo emoción hasta el final. Hubo nervios en las dos horas y media (larguísimo, para unos espectadores no acostumbrados a los ritmos del fútbol) que duró la final del Campeonato Mundial. El miedo se reflejaba en los rostros pintados con los colores de la bandera americana de miles de espectadores a medida que pasaba el tiempo y el marcador no se movía. Al final, se salvó el espectáculo, se salvó el honor, se salvó el orgullo. Larga vida al fútbol made in USA.

El partido tuvo la emoción de las finales, y poco más. Los equipos se alternaban en un dominio infructuoso, con más ímpetu de EEUU al principio, equilibrado después por las chinas. En definitiva, un encuentro que no pasará a la historia del fútbol, pero sí a la historia del fútbol en EEUU y a la historia del deporte femenino en este país. "En cierto sentido, es el principal acontecimiento deportivo de las últimas décadas", aseguró en el descanso el presidente Bill Clinton, que había disimulado como un campeón el aburrimiento. Nunca antes había vivido la sociedad norteamericana un campeonato futbolístico tan de cerca. Los 90.000 espectadores que llenaron el Rose Bowl de Pasadena (California) constituyeron todo un récord: jamás una competición femenina había reunido tanto público en un estadio. Y se espera que sumen unas cuantas decenas de millones los teleespectadores que siguieron la final.

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