El Tour circula a velocidad récord
Cipollini suma su primera victoria en la etapa más rápida de la historia de la carrera (50,355 km/h)
Viento de cola, temperatura ideal, terreno plano y un pelotón nervioso, que parece necesitar de la velocidad para sentirse a gusto. Tales condiciones apuntaban la proximidad de un récord, el de la etapa más veloz en la historia del Tour. Tal sucedió ayer, cuando se estableció una velocidad media de 50,355 kilómetros por hora en nada menos que 194,5 kilómetros. Ese promedio resultaba claramente superior al establecido por el belga Johan Bruyneel en 1993, sobre 158 kilómetros, números que abundan en la excepcionalidad de la velocidad establecida ayer, por cuanto el pelotón recorrió 36,5 kilómetros más y se los comió sin afectarse por ello. El registro hace honor al italiano Mario Cipollini, que se apuntó el triunfo en una jornada histórica. No puede criticarse el sentido de la oportunidad de este hombre. El récord, también, siembra cierta perplejidad entre la concurrencia:¿no van demasiado rápidos?
Recién estabilizada la etapa, la organización avanzó que el ritmo del pelotón era muy elevado. La primera hora de carrera señalaba que se habían recorrido algo más de 52 kilómetros. A pesar de ello, algunos ciclistas intentaron actuar en esas condiciones: una fuga inicial de diez corredores terminó dando paso a una pareja, la formada por el francés Anthony Morin y el italiano Gianpaolo Mondini, que nació a casi 100 kilómetros de la meta. Bien es cierto que llegaron a tener casi seis minutos de diferencia, pero la ventaja se esfumó en los últimos kilómetros, cuando el pelotón decidió meter una velocidad más. A cinco de la meta, la situación pintaba un sprint masivo. En esas, apareció finalmente Cipollini, que arrancó antes de lo que tiene por costumbre. Zabel le hizo la réplica, pero el italiano firmó la victoria, la novena en su historial en el Tour. Cipollini tiene un acuerdo con el destino: su victoria parece lograr más repercusión que las dos de Tom Steels.
El pelotón fue a 50 por hora, durante casi 200 kilómetros. Las cuatro etapas disputadas señalan un promedio de 45,348 por hora, tan impresionante, tan sensacional como para no pasar inadvertido. ¿Qué hace el pelotón que va tan rápido?, ¿adónde se dirige?, ¿qué pretende? Las preguntas obligan a los directores a improvisar respuestas, porque, que se sepa, nadie ha dado la orden de circular con semejante temeridad. ¿No son conscientes de que faltan casi tres semanas de carrera?, ¿no pagarán todos el esfuerzo de esta exhibición carente de sentido? Y una última cuestión, ¿no habían calculado algunos que las medidas contra el dopaje pronto advertirían sus efectos en una disminución de la velocidad? ¿Estamos ante una provocación?
Los directores tratan de buscar algún sentido a lo que está pasando. Y todos terminan abundando en la confluencia de una serie de condiciones que favorecen este estado de cosas. A saber. Primera: el tiempo acompaña, con temperaturas estables en torno a los 20 grados, las más agradables para los ciclistas (no hace frío, ni calor). Segunda: apenas ha aparecido el viento y cuando lo ha hecho, ha soplado a favor, como sucedió ayer. Tercero: el recorrido es llano, sin apenas obstáculos, las carreteras son muy rectas, el piso es bueno. Y cuarta: el pelotón está muy nervioso, hay mucho estrés allí dentro, porque son demasiados los ciclistas y los equipos que creen contar con un aspirante a la victoria. Esa tensión empuja a ir más deprisa, como una forma de mitigarla.
Los propios ciclistas se sorprenden de las estadísticas. Perciben que el pelotón circula deprisa, pero no tienen la impresión de estar sufriendo un severo desgaste. Salvo el incidente de la etapa del lunes, que exigió ritmo de batalla para muchos corredores, los hay que confiesan haber llegado a este punto con cierta sensación de comodidad. Otra circunstancia explica este argumento: a estas alturas, sólo se han registrado tres abandonos (todos ellos por efecto de caídas) y apenas han llegado corredores descolgados. Ayer mismo, alcanzaron la meta con el mismo tiempo 174 de los 177 corredores en activo. La velocidad tiene pasmado al pelotón. Es un hecho. Y nadie está dispuesto a echar el freno.
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