El Sevilla vuelve tras dos años de infierno
La labor de Marcos Alonso el despertar del delantero Tsartas y la consecución de un aparente paz social del club han sido las claves para el ascenso del equipo hispalense
El Sevilla salió el pasado miércoles de un infierno en el que penó durante dos años. Y por entre esas llamas tuvieron que caminar como condenados miles de aficionados acérrimos del Sevilla. Las claves del ascenso están concentradas en la aparición del entrenador Marcos Alonso, el despegue goleador del delantero Tsartas y la consecución de una aparente paz social dentro del club por parte del presidente, Rafael Carrión. El inicio de las dos temporadas en los infiernos se remonta al verano de 1995, cuando el secretario general de la Liga de Fútbol Profesional, Jesús Samper, decretaba el descenso a Segunda B del Sevilla por no cumplir unos trámites administrativos. La presión social y los despachos ayudarían finalmente al Sevilla a mantenerse en la división de honor.
La situación, reflejo de la falta de dirección que afectaba al club, provocó que el presidente en ese momento, Luis Cuervas, presentara su dimisión y vendiera los 120 millones de pesetas de su paquete de acciones, que junto a los 105 millones de sus allegados, la familia Álvarez y Miguel Aguilar, el conocido como paquete maldito, pasaron a manos de GMA, una sociedad vinculada al empresario de la comunicación Antonio Asensio, cuyo testaferro era Francisco Escobar, quien accedería a la presidencia sevillista.
Comienza una guerra en la junta directiva, producto del reparto accionarial, que afecta negativamente al equipo y que sería un elemento fundamental a la hora de explicar la bajada del Sevilla a Segunda. Tres presidentes en una temporada con tres entrenadores: el portugués Toni Oliveira, Juan Carlos Álvarez y Víctor Espárrago. En el último partido contra el Salamanca y gracias a la intervención de Suker, ya traspasado al Madrid, se logra mantener la categoría. No se podía pedir más.
La Liga 96/97 comienza con la contratación de José Antonio Camacho como entrenador. Nadie prevé el desastre. Pero las luchas internas continúan. Camacho es destituido y su sucesor, Carlos Salvador Bilardo, sólo aguanta cuatro partidos. Julián Rubio, que hasta el momento entrenaba al equipo filial, es la opción desesperada. Demasiado tarde.
Los gastos inconfesados e inconfesables de Caldas crean una corriente de repulsa por parte de los aficionados. Mientras, en los despachos del estadio se va urdiendo un compló para cambiar al dirigente del club. Aparece el abogado José María del Nido. El 15 de mayo de 1997 las negociaciones de Del Nido tienen su fruto. Un golpe de mano saca a Caldas de la presidencia, y prácticamente de la ciudad. La nueva cabeza del Sevilla será Rafael Carrión. Un mes más tarde en el Carlos Tartiere lo impensable es un hecho: el Sevilla ha bajado a Segunda División.
En la última temporada, el 5 de enero, como regalo de Reyes, Marcos Alonso ocupa providencialmente el puesto de entrenador del Sevilla. Se inicia una fase que será clave. La experiencia de Marcos Alonso como jugador le permitió acercarse al equipo .Utilizando el diálogo como principal herramienta, frente a la mano dura que intentó establecer el entrenador gallego, hizo creíble a los propios jugadores que la Primera División era posible. A Marcos se une la buena labor del preparador físico, Óscar Ortega.
Tsartas es erigido como el líder de la escuadra. Marcos lo reubica en la zona derecha y consigue sacarle lo que mejor caracteriza a este jugador: olfato goleador. Además, Hibic se asienta, tras lesiones y problemas personales, como el elemento determinante del orden defensivo. Y, por último, Rafael Carrión consigue enterrar el hacha de guerra en la junta accionarial.
Finalmente la hinchada sevillista. Los aficionados han acudido pacientemente al Ramón Sánchez Pizjuán, que ha registrado entradas más que respetables.
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