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TENIS Torneo de Wimbledon

El doble abre también las puertas del Grand Slam

Cumplidos los 40 años, el legendario John McEnroe (EEUU) dio una nueva lección a las nuevas generaciones. Les mandó un divertido mensaje de osadía cuando este año se inscribió en el doble mixto de Wimbledon (torneo que ayer celebró día de descanso) junto a la alemana Steffi Graf, de 30 años, y recuperó el gusto por la alta competición. Su pimer partido reunió a más de 11.000 personas, muchas más que algunos partidos de los actuales reyes del tenis. Para McEnroe no es un problema de prestigio ni de dinero. Sin embargo, para muchos jugadores disputar los torneos de dobles supone la única posibilidad de acceder al circuito y a los torneos del Grand Slam o de continuar en ellos cuando la carrera individual ya no da para más. "En España no existe cultura del doble", esgrime Tomás Carbonell, uno de los mejores especialistas españoles del momento. "La gente lo ve como un entretenimiento, como un complemento. Y no es así. Creo que jugar el doble es vital para la formación de un jugador, porque le permite mejorar el servicio, el resto y la volea, y en muchas ocasiones le mantiene en competición cuando es eliminado en los individuales".

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Carbonell, Javier Sánchez (también dedicado al doble tras su práctico adiós a los individuales), Arantxa, Conchita, Francis Roig, Vivi Ruano, Cristina Torrens, Eva Bes, y la pareja de moda del tenis español, la que forman Jairo Velasco y Nacho Carrasco, ambos con 24 años, no se toman el doble como un complemento. Al contrario, para algunos de ellos es el maná, la única forma que les queda de moverse entre la élite del tenis mundial. La única posibilidad de ganarse la vida con la raqueta.

"Existen auténticos especialistas, que ganan más dinero que muchos jugadores de individuales", comenta Carbonell. El mataronés ganó los torneos de Maceio (1992) y Casablanca (1996) cuando su carrera en individuales alcanzó su cénit. Sin embargo, sus mayores éxitos le llegaron con el doble: cuartos de final en el Open de EEUU (con Bruguera), en Roland Garros (con Francis Roig y con Carlos Costa) y este mismo año semifinales en París (junto al argentino Pablo Albano). Una buena parte de los tres millones de dólares que ha ganado en premios se los debe a los dobles. La pasada temporada superó los 30 millones de pesetas sin jugar casi en individuales.

Pero ése no es un caso significativo. Emilio Sánchez y Sergio Casal, probablemente la mejor pareja de la historia del tenis español (campeones de Roland Garros y del Open de EEUU, y finalistas de Wimbledon), ganaron cinco y tres millones de dólares, respectivamente, en sus carreras, y el doble supuso una parte importante de esos ingresos. Uno de los mejores especialistas de los últimos años, el holandés Jacco Eltingh, retirado esta temporada, ganó en 1998 unos 705 millones de pesetas con el doble. Y Javier Sánchez cerró la temporada con 45,5 millones.

Ésa no es la batalla en la que se encuentran Velasco y Carrasco. Ellos se están abriendo camino y han renunciado prácticamente a sus carreras individuales, en las que nunca destacaron.

Los doblistas reciben el mismo trato que los jugadores de individuales en todos los torneos, o al menos en los grandes. Pero los premios son inferiores. En Wimbledon, los perdedores en primera ronda de individuales se llevaron 1,7 millones de pesetas, por 500.000 cada jugador del doble. El ganador individual percibirá 113 millones, y los campeones de dobles se repartirán 46,3 millones.

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