Intereses

A lo peor es por culpa de la selectividad. A lo peor es por eso. El caso es que, a estos voluntariosos chicos que hace unas semanas pasaron un quinario en los exámenes municipales, se les nota algo nerviosos, como estresados, al borde del rebote de los tres puntos en las neuronas porque quieren encontrar trabajo y no se ponen de acuerdo en cómo repartírselo. La selectividad la pasaron de aquella manera. Para qué vamos a acordarnos de sus notas. Tan por los pelos salieron algunos que, a la hora de formar gobierno municipal, andan sumando las calificaciones de unos y de otros para así poder sentarse en los bancos de mandos y trabajar por Sevilla. El caso es que, como la mayoría es de letras, se saben todos los cuentos habidos y por haber, pero las cuentas no les salen ni con calculadoras. Y entre esas nervioseras y esas cuentas, Concha Caballero, coordinadora provincial de Izquierda Unida, acaba de hacer las suyas, que arrojan un balance borroso y algunas incógnitas por despejar. Y así es complicado aprobar las matemáticas de la política. Viene a decirnos Concha Caballero que, por encima de la voluntad política del PP y del PA para pactar por Sevilla, pesa más la maraña de intereses inmobiliarios que orbitan alrededor de ambos partidos y que serán éstos, al final, los que decidan el reencuentro. Un reencuentro, como siempre en política, de purita conveniencia. Caballero nos avanza el enunciado pero no sabe dar más datos ni despejarnos las incógnitas del problema. Imagino que Caballero debe de andar de matemáticas como aquellos niños de la época de Belmonte que se iban hasta Tablada para torear desnudos a la luz de la luna. Cuántas cornás da el hambre de la política. ¿Cuál es esa maraña de intereses inmobiliarios que orbita en los entornos del PP y del PA? ¿Hay al frente de ellos algún viejo lobo socialista? ¿Algunos ex munícipes, algún antiguo presidente de Diputación quizás? Vamos, Concha, cuenta con los dedos y, sin chuparte ninguno, avánzanos algunos datos más de esa apasionante lectura titulada Sevilla oculta. Toda una verdadera prueba de selectividad para los políticos que amen más su propio crédito que el que le puedan facilitar las cajas de risas donde encierran sus oscuros intereses.J. FÉLIX MACHUCA