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Aznar, Loyola y los "rompetechos"

Cuando la mañanita es de recuento nebuloso de papeletas, la tarde resulta de paseo para analistas y sociólogos, como enseguida veremos. Bajo esas dos últimas etiquetas se han acomodado una pléyade de profesionales y de aficionados, más o menos improvisados, siempre con la pretensión de explicar, por ejemplo, ahora los resultados del 13-J, de acuerdo en cada caso con los intereses que les son más afines o con los clientes que mejor les han retribuido para hacer sus piruetas dialécticas. Parecería que contra los números no valieran argumentos, pero el malabarismo aritmético se ha perfeccionado tanto que los mismos números pueden emplearse en defensa de las tesis más contrapuestas. Todo depende de en qué renglón se apunten los escrutinios y de en relación con qué números anteriores se comparen. Porque con la cifra de votos arrojada por las urnas sucede como con la humedad atmosférica, que siempre debe considerarse en términos relativos, teniendo en cuenta la temperatura ambiente. De ahí el interés de las declaraciones de Loyola de Palacio a la periodista M.Iglesias de la agencia Colpisa. Después de su triunfo en las elecciones al Parlamento Europeo, rechaza Loyola que el PP haya alcanzado su techo electoral e incluso que tal techo exista. En su opinión, el 13-J los ciudadanos han sido capaces de distinguir entre a quién votan como alcalde, como presidente autonómico o para defender los intereses de España en Europa. Ese proceder demuestra para De Palacio una madurez del electorado muy considerable y la existencia de un voto libre en España. Piensa que no se le da el voto a priori a ningún partido, que cada candidato tiene que ganárselo, lo cual resulta muy estimulante para los políticos y constituye un acicate que obliga a cada uno a sudar la camiseta todos los días.

Aduce Loyola, en favor de sus tesis, el espectáculo de Teófila Martínez, con un 62% en Cádiz, o de Celia Villalobos, con un 56% en Málaga. Por eso estima que el techo del PP como tal no existe, siempre y cuando haya una capacidad de movilización, entusiasmo y compromiso como el conseguido por estas alcaldesas. Y concluye señalando que hay un porcentaje del censo que, en un momento dado, aunque se puedan considerar de izquierdas, votan a un candidato del PP porque creen que lo está haciendo muy bien. Y al contrario, como ocurre con Francisco Vázquez, el alcalde socialista de La Coruña, o con José Quintana, cabe añadir, en el Ayuntamiento de Fuenlabrada.

Así que después de los anteriores ejemplos de rompetechos, la cuestión vuelve a la condición de los candidatos. Los candidatos como valor añadido o sustraído y el caso particular del líder popular, José María Aznar, para el que en las próximas elecciones generales Loyola para nada vislumbra la posibilidad de obtener la mayoría absoluta, a partir de las proyecciones establecidas tras los resultados del 13-J. El asunto es grave y preocupa a los estrategas. Por eso algunos de los más adictos al partido gobernante ensayan sus propuestas.

Para Anson es el momento de abandonar el centrismo más o menos reformista, pero insustancial, y regresar a la derecha de siempre en busca de la que Fraga llamaba "mayoría natural", que, como ya se vio, se queda siempre en "minoría irremediable". Otros, con Jota Pedro al frente, insisten en la receta de siempre: la aniquilación de Felipe González y del que consideran su referente mediático. Mientras aliente González estiman que nada será posible porque sin rematar esa asignatura pendiente el peligro seguirá sin conjurarse. Luego queda la cuestión de la fecha de convocatoria y el sector gubernamental que preferiría hacer coincidir las generales con las catalanas. Vano intento porque el presidente se inclina por que la legislatura se extinga por consunción llevándola hasta el récord del agotamiento. Mientras, en público, como ha reconocido Loyola, nadie del PP dice ni Pamplona, escarmentados como están tras el episodio del nombramiento pregonado y fallido de Elena Pisonero para la cartera de Agricultura. Para que aprenda Rodrigo Rato, que ha perdido la alcaldía de Carabaña, la del balcón de Semana Santa.

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