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FÚTBOL 38ª y última jornada de Liga

El Alavés cree en los milagros

El equipo vitoriano encarriló su "derby" con la Real en 4 minutos y sufrió esperando otros 86

El Alavés cree en los milagros y en el billar. Ayer fue el gran beneficiado de la dramática lucha entre los equipos que huían de la promoción, donde sólo uno de los tres tenía sitio para la salvación. Y todo gracias a una carambola a dos bandas. Primero el Alavés hizo su trabajo. En cuatro minutos liquidó su derby frente a la Real. Lo demás fue una tensa espera de 86 minutos, pendiente del partido de Almendralejo. El Alavés tiene muchas cosas que agradecer. Al Villarreal, por su profesionalidad estéril, porque de nada le sirvió ganar al Extremadura. A la Real, por ser un buen vecino. El equipo donostiarra no apretó más de lo debido. Salvo en tres acciones aisladas, se comportó como un amigo. Es más, De Pedro incluso pidió disculpas por marcar un golazo. Por último, el Alavés también tiene que felicitarse a sí mismo por su solvencia en Mendizorroza. Sólo ha cedido cuatro puntos allí en toda la segunda vuelta. Es, sin duda, el factor que ha salvado al Alavés de la quema.

ALAVÉS 2

REAL SOCIEDAD 1Alavés: Kike; Belsué, Berruet, Karmona, Josete; Gerard (Albistegi, m. 73), Desio, Pablo; Sívori, Magno (Vitamina Sánchez, m. 55); y Julio Salinas (Canabal, m. 67). Real Sociedad: Olabe; Mutiu (Antía, m. 80), Loren, Pikabea, López Rekarte; Aranburu (Gracia, m. 46), Kühbauer, Idiakez (Aldeondo, m. 63), De Pedro; Sa Pinto y De Paula. Goles: 1-0. M. 4. Sívori centra desde la banda izquierda y Salinas remata con la mano. 2-0. M. 29. Jugada por la banda derecha del Alavés, con centro de Sívori que cabecea Magno y el balón toca en el larguero y la espalda de Olabe antes de entrar. 2-1. M. 63. De Pedro, en el saque de una falta, desde unos 40 metros de distancia. Árbitro: Daudén Ibáñez, del colegio aragonés. Amonestó a Belsué y Sívori. Lleno en Mendizorroza, con unos 18.000 espectadores.

El partido tuvo interés sólo en fases sueltas, ante todo en el comienzo. El Alavés arrancó con un juego ágil, incisivo por las bandas y desbordando la línea defensiva realista. Salinas, quién si no, abrió el marcador con un alarde de picaresca. Metió la mano (Maradona diría que divina), marcando un gol al vitoriano Roberto Olabe, que ayer se retiraba, y desvió la atención de todo Mendizorroza 800 kilómetros al sur. Hasta ahí todo entraba en la lógica. Pero lo que ocurrió 35 minutos después en Almendralejo pertenecía al terreno de lo milagroso. El Villarreal, que con el triunfo del Alavés no le iba nada en su partido contra el Extremadura, marcó gracias a Craioveanu. Esto daba al Alavés la llave de la permanencia.

En Vitoria apenas se movió nada. Un segundo gol, de Magno y en posible falta a Loren, restó aún más interés al choque. El Alavés tampoco quería más goles, para no desmotivar a su aliado el Villarreal. De Pedro, con su gol, y sobre todo dos ocasiones posteriores de Kühbauer y Sa Pinto, pusieron las notas de dramatismo que faltaban en un partido tan liviano. El tramo final se vivió pegado al transistor desde la grada y, en el campo, pendiente de las reacciones del público. Entretanto, los porteros ejercieron de organizadores, especialmente Kike, repartiendo juego desde su posición retrasada, para evitar sustos. La Real, que no quiso ganarse enemigos en Vitoria, se limitó a jugar en horizontal y a esperar que el Alavés respirara por fin tranquilo.

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