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FÚTBOL Semifinales de la Copa del Rey

La beneficiosa desobediencia de Serena

En ataque, los córneres del Atlético los debía lanzar Juninho, o si acaso Lardín; Geli debía ocupar el espacio del primer palo, Santi el del segundo, y José Mari situarse delante del portero; al remate tenían que acudir Torrisi, Bejbl y Valerón; Serena y Lardín o Juninho, depende de quién sacara desde el rincón, esperar los rechaces al borde del área. Antic tenía el partido ante el Deportivo minuciosamente preparado, con las tareas repartidas y asignadas, bien claras escritas sobre una cartulina en las paredes del vestuario: quiénes debían formar las barreras y quién atacar el balón en los lanzamientos enemigos, cómo situarse en los saques de esquina del rival... Todas las acciones a balón parado tenían un plan, una estricta orden detrás. También, claro, las faltas directas, la suerte gracias a la cual el Atlético se metió en la final de Copa. Las instrucciones de Antic no dejaban lugar a la confusión: Juninho, Lardín o Valerón, por este orden de prioridad. Sin embargo, la que acabó en la red la ejecutó Serena. "Ésta la tiro yo", le dijo enérgicamente a Lardín cuando vio que el extremo insinuaba intenciones de lanzarla. "Es mía, he dicho que ésta la tiro yo", insistió el italiano. Y le vieron tan convencido, que nadie se atrevió a recordarle el criterio de Antic.

De la desobediencia de Serena el Atlético arrancó el 0-1 definitivo: Valerón tocó en corto y el italiano, desde unos 40 metros, conectó un derechazo terrible. La pelota, tras impactar en el larguero, botó dentro.

Serena obró como obró porque sintió que la falta le llamaba, que estaba a su medida. Pero también porque hasta ese momento (m.60), el Atlético había desperdiciado una tras otra todas las acciones a balón parado. Poco antes del descanso, por ejemplo, Juninho y Valerón habían sostenido una pequeña discusión sobre quién debía ejecutar un golpe franco desde la frontal: "Yo", proclamó el brasileño. "Pero que no llegas, Juno", le contestaba el canario. "Yo", se reafirmó Juninho. Su tiro alcanzó mansamente, después de botar dos veces, las manos de Songo`o.

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