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México blinda su economía ante la posible sacudida por las elecciones

Juan Jesús Aznárez

El Gobierno de México anunció ayer la obtención de ayudas financieras por un total de 23.700 millones de dólares (22.515 millones de euros, 3,79 billones de pesetas) para evitar una posible inestabilidad económica que pueden causar las elecciones generales del 2000, como ha sucedido en los cuatro últimos cambios de Gobierno. Las cantidades, procedentes de Fondo Monetario Internacional, incluyen 16.900 millones de dólares en nuevos préstamos y otros 6.800 millones en líneas de crédito.

La información divulgada ayer por el Ministerio de Hacienda detalla que los fondos incluyen 16.900 millones de dólares en nuevos préstamos y líneas de crédito por 6.800 millones más para el periodo 1999-2000. Los recursos proceden de varios organismos y bancos internacionales; entre ellos, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. México dispone en este momento del volumen de reservas más importante de los últimos años, 32.000 millones de dólares, para afrontar sus obligaciones, y su economía crecerá este ejercicio tres puntos, con una inflación en torno a los 12 puntos y un déficit fiscal del 1,2%, según las previsiones. Pero México se blinda porque todavía permanece fresco en la memoria de sus habitantes el descalabro económico sufrido por el país en coincidencia con cuatro cambios de Gobierno. El último fue en diciembre de 1994, con la salida del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y la entrada de Ernesto Zedillo. El peso sufrió en 1995 una drástica devaluación respecto al dólar; se registraron quiebras empresariales y bancarias en cadena. Pero antes de esta última crisis, la más fresca en la memoria de los mexicanos, hubo tres periodos consecutivos de inestabilidad financiera que coincidieron con cambios de Gobierno. En 1976, con la entrada de José López Portillo, en 1982 (crisis de la deuda); con Miguel de Lamadrid, y en 1988, con Salinas de Gortari.

Evitar sobresaltos

El Gobierno quiere afrontar sin sobresaltos las elecciones presidenciales más reñidas de su historia, que se desarrollarán en el verano del 2000, y romper con una dañina tradición: las distorsiones económicas y el deterioro en la calidad de vida que han acompañado el relevo en la jefatura de la República cada seis años. "Cuando llegué a la presidencia había vencimientos de deuda por 44.000 millones de dólares. Eso no nos puede volver a pasar", declaró Zedillo un día antes del anuncio de las ayudas. Ni a Estados Unidos, que comparte más de 3.000 kilómetros de frontera, ni a Canadá, socios de México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), les conviene un vecino en aprietos, y en ese sentido secundaron con diligencia, y ante la dirección de los organismos multilaterales de crédito, los nuevos fondos.El Gobierno elaboró este año unos presupuestos austeros, obligado por la fuerte caída del precio del petróleo.

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