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El riesgo de pronosticar RAFAEL BLASCO CASTANY

El próximo 13 de junio, Eduardo Zaplana, presidente del Partido Popular en la Comunidad Valenciana, alcanzará la mayoría absoluta en las Cortes Valencianas. Ese previsible triunfo electoral tiene unas poderosas razones que lo sustentan, bien conocidas por todos los valencianos: gestión eficaz realizada por el Consell, liderazgo indiscutible en el marco del gobierno y del partido, así como el impulso de políticas de centro reformista perceptibles y percibidas por el ciudadano medio. A estos hay que sumarle otros argumentos, igualmente de peso: los indicadores económicos son muy positivos y los ciudadanos están apreciando esa bonanza en términos muy cercanos como son la reducción de los intereses en los préstamos bancarios, el mantenimiento de los precios en los productos de consumo o la creación de empleo y el aumento de la actividad económica, amén del alarmante momento crítico que viven las formaciones políticas rivales del PP. Las elecciones autonómicas que se van a celebrar en la Comunidad Valenciana abren un espacio de especial importancia para el análisis de la opinión pública constatada por las encuestas de intención de voto. A tan sólo unos días para que los electores valencianos ejerzan su legítimo derecho a elegir, son varias las tendencias y observaciones que a mi juicio cabe apuntar en el mapa político de la Comunidad Valenciana. En primer lugar, se confirma que el Partido Popular puede lograr la mayoría absoluta en las Cortes Valencianas, a medida que se amplía la distancia entre éste, el primer partido, y la segunda fuerza concurrente, el PSPV. Existe una regla demoscópica según la cual, si el primer partido cuenta con más del 45% del voto válido estimado y el segundo no supera el 30%, la mayoría absoluta del primero está garantizada. Las últimas encuestas publicadas apuntan a que el escenario electoral en la Comunidad Valenciana está más próximo a esta situación que a cualquier otra. La teoría del comportamiento electoral establece que en contextos de fuerte competencia electoral, como es el caso de las consultas celebradas entre las generales de 1993 y las de 1996, los niveles de participación electoral registran fuertes crecimientos. En cambio, cuando la distancia electoral aumenta, los niveles de participación se tienden a relajar, como consecuencia de un menor valor subjetivo y decisivo del voto individual, lo que termina dejando en casa a muchos electores. Por tanto, un nivel relativamente elevado de asistencia a las urnas el próximo 13 de junio introduce un elemento de incertidumbre en los resultados ofrecidos por los sondeos previos, incertidumbre que se mantendrá hasta el momento del cierre de los colegios. En segundo lugar, tanto UV como EU tienen dificultades para retener los niveles de voto alcanzados en elecciones anteriores, lo que supone una clara tendencia a la baja. En el caso concreto de UV, la situación podría ser mucho más grave si, como anticipan las últimas encuestas, se quedará finalmente por debajo del 5%, porcentaje mínimo para poder obtener representación en las Cortes Valencianas. Tradicionalmente, las encuestas han tenido dificultades para lograr estimaciones rigurosas del voto dirigido a UV como consecuencia de su notable concentración en la circunscripción geográfica de Valencia, e incluso su localización en unas zonas determinadas de la provincia, lo que plantea serias dificultades a la hora de elevar a definitivos los resultados del muestreo inicial. EU, aun con dificultades, viene observando una estabilidad en los niveles de intención de voto de los últimos doce meses, aunque lejos del resultado obtenido en las elecciones de 1995. Por último, a diferencia de otras consultas electorales, en ésta, se observa una notable coincidencia entre los resultados de las distintas encuestas publicadas y difundidas por los distintos medios de comunicación. Con independencia de que existe un claro avance de convergencia en los métodos y procedimientos demoscópicos utilizados por las empresas del sector, todo apunta a que el estado de la opinión de la sociedad valenciana parece inclinarse, en medida creciente, por una situación como la descrita anteriormente. Así, los diversos estudios tienden a reproducir el escenario de crecimiento del PP, estancamiento socialista y moderado descenso de EU y UV. Al margen de la influencia que ejercen las campañas electorales en el sentido del voto, la proyección de escaños que una semana antes podría anticiparse, con el debido error estadístico, sitúa al PPCV en una horquilla entre 46 y 49 diputados, al PSPV-PSOE entre 29 y 32 diputados, a EU entre 7 y 9 representantes y, finalmente, UV, la gran incógnita de los sondeos, en una cifra entre 0 y 3 diputados, pudiendo quedar sin ninguno en caso de no superar el mínimo del 5% de los votos. Dependerá de la participación. Con una participación entre el 70 y el 75%, los resultados podrían situarse alrededor de 48 (PP), 31 (PSPV-PSOE), 7 (EU) y 3 (UV). En el supuesto de que UV no superara el tope estatuario del 5% se verían primadas las opciones mayoritarias.En conclusión, un pronóstico similar al que adelantábamos el 19 de diciembre de 1997 en la clausura del seminario Comportamiento electoral y campañas electorales en el Instituto de Ciencias Sociales, ante un cualificado auditorio. Al final del proceso, la noche del 13 de junio, el pueblo valenciano se habrá expresado y el resultado de las urnas confirmará o refutará todos los pronósticos que hayan osado adelantarse a la fiesta de la democracia, incluido éste.

Rafael Blasco Castany es subsecretario de Planificación y Relaciones Externas de la Generalitat Valenciana.

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