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Todos contra el PP

El Pacto Progresista intenta desbancar a los populares en Ibiza y Formentera

Al votante de Ibiza y Formentera le han simplificado su decisión, ya que sólo tendrá dos papeletas ante sí: una de la derecha, la del PP, y otra de la izquierda, la del Pacto Progresista. Las dos islas situadas al sur del archipiélago balear son los escenarios de un experimento político sin parangón: un cara a cara absoluto entre los populares y los demás. Es un envite de altura en un feudo tradicional de los conservadores y en el que el ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, construyó su figura pública y extendió el imperio familiar arrasando en las urnas desde 1977.La izquierda se ha concertado para presentarse en coalición, con candidaturas únicas -en el ámbito del Consell o Parlamento y en cada municipio-, a fin de intentar arrebatar el poder a la histórica mayoría de los populares. Una prueba semejante, a modo del Olivo italiano, culminó con éxito en las elecciones generales de 1996 al lograr la independiente Pilar Costa el único escaño al Senado. Costa repite ahora la experiencia a la cabeza del PSOE, IU, Els Verds, Entesa Nacionalista i Ecologista y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).

Tras el parto del acuerdo -lograr la amalgama ideológica y ordenar los candidatos-, las complicaciones no han terminado: ha surgido un adversario interno. Julio Anguita, el líder de IU, lo desautorizó primero por cuestiones formales e ideológicas y después renegó de él. "Es una apuesta radical. Hasta Anguita está en contra", aprovechó para remachar el presidente de la comunidad, Jaume Matas (PP), cuya elección puede verse amenazada por esa alianza.

Matas, que casi se ha instalado en Formentera e Ibiza para cultivar el voto, acusa sin parar al PSOE de haberse coligado con ERC, de la que dice que está contra la Constitución, que es independentista, que no cree en España y que es de otra comunidad.

Los socialistas también complicaron algo a la entente. Tras dos años de negociaciones para tejerla, su Ejecutiva Federal obstaculizó que se formara una agrupación de electores por considerarla ajena e incontrolable.

La senadora y candidata de los progresistas, Costa, una abogada de 32 años, personaliza, siempre sonriente, la batalla del Pacto y domina con su imagen todas las vallas. Reina por encima de los restantes aspirantes. "Es el activo mas importante que tiene la izquierda. Es normal que queramos explotar su imagen como líder", dice el coordinador de la campaña, Joan Ramón Balanzat, que afirma que se gastarán en ella alrededor de diez millones de pesetas.

A su vez, la derecha dice que Costa, en el Senado, "no ha hecho nada porque no sabe hacer nada".

"Se llaman Pacto Progresista, pero, ciertamente, son las izquierdas, como siempre incoherentes y oportunistas", indica el coordinador del PP, Bartolomé Planells. Su partido ha perdido la cúpula insular y ha cambiado la cabecera de la lista por las crisis motivadas por la forma de enfrentarse a la apuesta de la oposición. Planells remata: "En el Pacto sólo están de acuerdo en el reparto de los cargos, en los sueldos, en pisar la moqueta... No saben hacer nada más". Los populares han rescatado a Antonio Marí Calbet, de 68 años, el presidente del Consell, que había anunciado su retirada. Es del ala dura de la derecha. El caído líder Gabriel Cañellas quiso que fuera él quien le sustituyera.

Marí suele destemplarse en la polémica: ha vociferado en el Parlamento, ha insinuado amenazas a los adversarios, se ha puesto las manos en los testículos para subrayar manifestaciones despreciativas y ha lanzado monedas al suelo ante los periodistas cuando su nombre apareció en una cuenta del PP con comisiones del caso del túnel de Sóller. Ahora descalifica a sus contrincantes tildándolos de "ensaladilla rusa" y presume: "Hasta muerto les ganaría".

En Ibiza y Formentera la vida y la política miran siempre al turismo, a su territorio. Por ello los debates están vinculados a la dimensión del negocio, a las deficiencias estructurales que las avalanchas de construcciones hoteleras y residenciales evidencian. Hasta dónde se puede crecer es una opción política, una decisión trascendental. Así, las elecciones se centran en parar un campo de golf -el PP ha asumido ahora la propuesta de la izquierda- y en proteger el territorio natural sin ocupar.

"Hemos de crecer en calidad. No vale pararlo todo", advierte, no obstante, el PP. Por su parte, el Pacto asegura: "Pararemos las agresiones contra los espacios naturales y exigiremos el cumplimiento de la disciplina urbanística".

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