¿Es esto el ciclismo español?

Cumplidas dos semanas de Giro, aún en perspectiva la tremenda y temida tercera (nada hoy y mañana, 45 kilómetros de contrarreloj llana el miércoles; primera etapa reina el jueves: puertos de Campo y Manghen y final en el durísimo Alpe di Pampeago; el viernes "sólo" el final en Madonna de Campiglio, y el sábado, el apocalipsis: Gavia, Mortirolo y Valico de Santa Cristina), se puede coger el papel rosa de la clasificación general y echar un vistazo. Más que nada por hacerle la competencia a Javier Mínguez y a Manolo Sáiz, los dos únicos directores de equipos españoles que aún echan cuentas. Uno, el vallisoletano, mide los segundos que martirizan a su madrileño Daniel Clavero: quinto a un segundo del cuarto, Gotti, y a dos del tercero, Jalabert. El otro, el cántabro, mide las distancias de su francés Jalabert, tercero a 2m 10s de Pantani. ¿Y quién ha dicho que no puede recuperar la maglia rosa el miércoles, en Treviso?¿Y los demás? ¿Dónde está el ciclismo español? ¿No traían el Banesto y el Kelme las esperanzas de los aficionados en la nueva camada de escaladores, en los Jiménez y Heras que harían olvidar hasta a Delgado? ¿Dónde están? ¿No era éste, acaso, el Giro, la carrera que menos daño podría hacer a sus limitaciones? ¿Son acaso ellos, y todos, corredores de consumo interno, demasiado acostumbrados al aplauso fácil que reciben en casa?

El Kelme, un equipo golpeado por la mala suerte, pero que, sin embargo, ha cumplido a medias sus objetivos con la etapa de su colombiano Chepe González, tiene a Heras 15º, a 9m 20s de Pantani. El Banesto, también deprimido por el abandono de Piepoli, pero también el más ambicioso de entrada, tiene a El Chava a 28m 3s (el suizo Zülle está a 29m 40s, pero hoy deja la carrera). ¿Es esto el ciclismo español?

Un hombre solo, Marco Pantani (un superhombre, pues), lo ha desnudado en tres etapas: Daniel Clavero, 30 años, luchando meritoriamente, con denuedo y entrega, por terminar segundo o tercero. Roberto Heras, 25 años, y José María Jiménez, 28 años, intentando ganar un día una etapa, empujados por su sangre y su instinto a un espectáculo (esa palabra fetiche de la afición) gratuito. "Ataco o reviento", que dice Jiménez. ¿Adónde vamos? ¿Y Santi Blanco, convertido en una sombra que busca su cuerpo?

Si los que han ido a Italia son el futuro o la segunda línea, aparte del favorito de la afición, en España se han quedado, preparando el Tour en la Vuelta a Asturias y en la Bicicleta Vasca, el presente, la primera línea de fuego. Son los hombres seguros. Fernando Escartín que gana a unos cuantos compatriotas subiendo; Abraham Olano, que derrota a otros tantos, también compatriotas, en las contrarreloj. Llegarán al Tour y exhibirán las limitaciones que les han hecho convertirse en especialistas, buenos, de primer nivel mundial, pero especialistas. El aragonés sufrirá en las contrarreloj y medirá los segundos para intentar subir al podio. Abraham Olano aguantará como pueda en la montaña y contará los segundos para entrar entre los tres del podio.

Así está la tarjeta que puede presentar el ciclismo español a finales de siglo. Sus corredores más sólidos son sus dos veteranos, Olano y Escartín, aun con sus limitaciones. La nueva hornada hace mucho ruido en casa, pero hace agua fuera, en la gran competición, donde no hay concesiones al factor local. El Giro está resultando una gran lección para hombres como Jiménez, Heras y Blanco.