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CICLISMO Giro de Italia

Tercera de Cipollini

El italiano rompe el empate entre los "sprinters" y hoy comienza la parte dura de la carrera

Carlos Arribas

Uno, dos, tres, Cipollini. Los sprinters y sus equipos siguen gozando de derechos de bloqueo (concedidos por la gracia del Pirata y su Mercatone Uno) sobre el Giro de desarrollo más plano y Mario Cipollini sigue demostrando que no es el rey de la velocidad porque haya heredado la corona. Su tercer triunfo (deshace el empate a dos con los otros dos más rápidos, el holandés Blijlevens y el emergente Quaranta; alcanza la cota 28 en su historial girístico y se queda a dos de las 30 de Constante Girardengo, el primer campionissimo) fue tal vez el más elegante y clásico: un sprint de pura expresión atlética. Escarmentado por el sorpasso de Quaranta la víspera, el toscano cambió de táctica y no se puso a rueda de su tren rojo. Cuando salió al viento, a eso de 200 metros, lo hizo desde atrás, desde la rueda de aquellos que se habían colocado tras su Fagnini. Fue una victoria muy clara: tuvo tiempo de volverse y mirar la cara de decepción de los derrotados. No tendrá oportunidad de repetir el gesto por al menos unos cuantos días. El Giro empieza a entrar en harina. O eso dicen los protagonistas: a partir de hoy la historia ya es de palabras mayores.Hay un mapa y dos historias, o dos formas de mirarlo. Hay etapas como la de hoy, entre la llanura padana (Sassuolo, al lado de los vinagres más cotizados, los de Módena, al lado de la fábrica de los coches más deseados, el Maranello de Ferrari) y la costa ligur (Rapallo). Tres noches a lomos de mulo en el siglo pasado, a través de pasos montañosos como el Cento Croci (una cruz por cada persona muerta a manos de los bandidos, o de frío, o destrozada por los lobos) o la Malanotte (o Pollano, o Bocco); pocas horas ahora en bicicleta, por los mismos pasos. No son puertos, ni estos dos, ni los otros dos (Cisa y Bratello) que han de subirse y bajarse hoy (un total de 2.600 metros de desnivel, una hora y tres cuartos en bicicleta), que metan el miedo en el cuerpo.

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Tampoco son selectivos de forma natural: no es terreno para marcar la diferencia. Forman una etapa táctica. De ahí, las dos formas de verlo. Lo miran aquellos que en el ciclismo ven una ciencia humana aliada con la fantasía, la historia y el mito. Y dicen: ¿por qué no intentamos dar la vuelta a este calcetín? ¿Qué pasaría si un ataque lejano, entre el segundo y el tercer puerto, por ejemplo, a 100 kilómetros de la meta, con un hombre que puede que no se juegue pero también puede que se lo juegue todo (estilo Zülle, el ciclista que está aquí para preparar su Tour y que se bajará de la bici en el momento en que no esté a gusto), demostrara, por ejemplo, que la banda del Pirata no es tan fiera como la pintan y obligara a Pantani en persona a ocuparse de la operación captura, mientras que, por ejemplo, El Chava, a su rueda, sacaría el máximo provecho? Llueven las respuestas, que se pueden resumir en tres tipos.

A. Los pesimistas: pasaría entonces como le ocurrió a Anquetil hace 40 años, que caerá un chaparrón de época y el que se escape, como el francés entonces, perderá descendiendo los puertos, sobre todo el último, todo lo ahorrado hasta entonces, si no más. Y Pantani baja mucho mejor que Zülle y Jiménez, por ejemplo.

B. Los pesimistas: pasará que como todos están con miedo a la última semana nadie se moverá. En todo caso, Camenzind o alguno de su tipología, un clasicómano que busque la victoria de etapa sin más. Y su equipo, el Lampre, controlará la cuestión. Y no hay nada qué hacer.

C. El pesimista: ¿para qué? Calculadora: no se pueden tirar petardos sin pólvora. ¿Y si nuestro equipo, el Banesto, por ejemplo, no es tan fuerte como puede hacer creer la clasificación por equipos?

Mientras, en paralelo, se sigue disputando el Giro de las operaciones limpieza. El caso del Giro 96 (aquel en el que, según algunas denuncias, un miembro de la organización avisó a los equipos de que les iban a registrar buscando productos prohibidos en cuanto desembarcaran de su traslado griego en el puerto de Brindisi) sigue candente.

Funcionarios de la policía judicial, a las órdenes del fiscal de Ferrara, visitaron ayer la sede milanesa de RCS, la empresa periodística editora del Corriere della Sera y La Gazzetta dello Sport, y organizadora del Giro, para informarse del "staff" directivo de aquel Giro, lo que les fue satisfecho, y el autor de un breve aparecido en La Gazzetta dello Sport del 18 de mayo de 1996 en el que se hablaba del supuesto y fallido registro policial en Brindisi. Para que obtuvieran la respuesta a esta pregunta se les remitió a la sede de la Gazzetta, donde los gendarmes se presentaron poco después.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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