Pujol explica sus posiciones en los años de la transición

Jordi Pujol explicó ayer por qué razón defendía, durante los primeros años setenta, el modelo socialdemócrata sueco, pese a no ser socialdemócrata. Lo hizo, dijo, porque el partido socialdemócrata había gobernado ininterrumpidamente en Suecia desde 1932 hasta 1976 "respetando la economía de mercado y las elecciones libres". El presidente de la Generalitat intervino en la última sesión de un ciclo sobre la transición a la democracia en España organizado por la Universidad de Barcelona. En su conferencia describió un panorama de las fuerzas políticas antifranquistas durante los últimos años de la dictadura dominado por el PSUC en el ámbito estrictamente organizativo y por el marxismo en el plano ideológico. "Pensé que presentarme como un socialdemócrata, a pesar de no serlo, era un forma de romper la hegemonía intelectual, que no aceptaba siquiera ni la socialdemocracia". Hasta el punto, dijo, "que era un insulto que en determinados medios a uno le llamaran socialdemócrata". En aquellos años era muy difícil, aseguró el presidente, salir en defensa de la economía de mercado. Porque eso estaba asociado a la derecha y la derecha al franquismo; y el franquismo era antidemocrático. A diferencia de los otros partidos socialistas del entorno europeo, los suecos tenían una práctica probada de respeto al mercado. "Eso me permitía defender la economía de libre empresa en un contexto político marcado por el izquierdismo". En 1980, sin embargo, la efervescencia izquierdista comenzaba ya a bajar y la defensa abierta del capitalismo fue, según opinó Pujol, uno de los factores claves de su primera e inesperada victoria electoral en las elecciones autonómicas. A título de ejemplo, Pujol recordó que en el último debate antes de aquellas elecciones le preguntó a su rival socialista, Joan Reventós, a quien se daba por el más probable vencedor, si propugnaba todavía la autogestión de todas las empresas, "incluidas empresas como Iberia". La respuesta de Reventós fue afirmativa, dijo Pujol, "y eso demostraba que no se había dado cuenta de que el clima político había comenzado a cambiar y ya había pasado la oleada izquierdista". Elogios a Suárez y Carrillo Pujol atribuyó una gran importancia a "la valentía y habilidad" demostrados por Adolfo Suárez durante la transición y al papel moderador de Santiago Carrillo, el PCE y el PSUC. "Carrillo acotó el proceso por la izquierda y contuvo al extremismo", dijo. A continuación, destacó que la moderación del nacionalismo catalán también contribuyó decisivamente al éxito de la transición. "No sé si nos lo agradecerán nunca; me parece que no", dijo. En la necesidad de moderar las reivindicaciones catalanas, coincidía "con Tarradellas", afirmó. Y explicó que atendía también a las peticiones que le formulaban los políticos que dirigían el proceso, como Joaquín Garrigues Walker y el entonces vicepresidente del Gobierno, Manuel Gutiérrez Mellado.