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Juicio contra un hombre que mató a su esposa por celos y despecho

José Carlos C. M., de 37 años, que se sienta desde ayer en el banquillo de los acusados por matar a su esposa de 31 puñaladas, había remitido una carta a su mujer avisándole de la tragedia que se avecinaba.En la misiva, que la víctima, Rosario María O. M., de 35 años, tiró a la basura sin leer, José Carlos le pedía volver a vivir juntos y le reprochaba su relación con otra persona. La carta decía así: "(...) Te quiero y siempre te querré. Perdona por lo que te he hecho, pero tú me has empujado con Miguel [el novio de su ex mujer]. Seremos uno en el cielo. Te adoro con todo mi corazón, vida mía, sé que te acuestas con él, pero no me importa. He visto cómo te acariciaba. No serás nunca suya, mi vida. Siempre seremos uno, mi amor".

A José Carlos, para quien el fiscal solicita 15 años de cárcel por homicidido, le ofuscó el desprecio de la carta y, el 11 de agosto de 1997, entró en la casa de ella y la asestó 31 cuchilladas. Los hechos ocurrieron en la urbanización Las Rocas, en Alpedrete.

El acusado compareció ayer en la Audiencia para ser enjuiciado por un jurado popular. El fiscal pide que indemnice con 15 millones a cada unos de los dos hijos del matrimonio, que duró 16 años. José Carlos admitió ayer ser el autor de las cuchilladas, pero aseguró que sólo recordaba haber asestado la primera. Su abogado considera que actuó bajo trastorno mental transitorio y pide que sea absuelto.

El abogado de la víctima, Ramón Díaz Leal, reclamó que sea condenado a 25 años de cárcel. Afirma que las desavenencias entre la pareja surgieron tras un viaje que hizo el acusasado a la República Dominicana con la indemnización que había recibido de la empresa donde trabajaba: "Fue una guarrada y ella no me lo perdonó", reconoció ayer el acusado.

Tras volver del viaje, José Carlos también comenzó a salir, por su lado, con una amiga. El acusado reconoció ayer que solía enviar cartas a su esposa pidiéndole que volviese con él. Ella, según su familia, llegó a tenerle pánico. Tanto que, días antes de su muerte, contrató un seguro de enterramiento.

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