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Reportaje:

Cuneros del siglo XXI

"Nos gustaría invitar a comer a los candidatos del Partido Popular , simplemente para presentarnos y para que conozcan el pueblo". Con esta sorna reaccionó el alcalde de Castellar de n"Hug (Berguedà), Josep Orriols, cuando supo que deberá medirse en las urnas con el PP, a pesar de que no ha visto nunca las caras de sus rivales. El pueblo tiene sólo 170 habitantes y la gente lo sabe casi todo de los demás. Pero nadie conoce nada de los candidatos del PP. A finales del siglo pasado, el sistema de turno pacífico forjado por Cánovas y Sagasta popularizó la figura del cunero, diputado que se presentaba a los comicios por circunscripciones que probablemente no había visitado jamás. El caciquismo funcionaba como un reloj y el encasillado elaborado en la capital se cumplía a la perfección: no importaba si los electores conocían al candidato, salían elegidos. A las puertas del siglo XXI, el cunero ya no responde a los intereses del Gobierno, pero sigue existiendo, aunque raramente sale elegido. La mayoría de los partidos ven el número de listas que presentan en las municipales como una primera batalla electoral y una ocasión de demostrar su fuerza y su implantación territorial. Dirigentes del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), Esquerra Republicana (ERC) y el PP admiten que en las municipales de 1995 recurrieron a las listas fantasma, formadas por militantes del partido que, movilizados por la dirección central, se convirtieron en candidatos en localidades con las que no tenían ningún vínculo. El secretario general de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, ha reconocido que en 1995 los republicanos presentaron una treintena de listas fantasma. ERC achaca toda la responsabilidad a su entonces líder, Àngel Colom, aunque la actual cúpula también formaba parte de la dirección. Fuentes del PP también admiten haber presentado en 1995 unas 40 listas fantasma y, como ERC, culpan de ello a su ex líder, en este caso Aleix Vidal-Quadras. Por su parte, fuentes del PSC reconocen que en 1995 utilizaron este método en algunas decenas de municipios. Un sistema para detectar a posteriori algunas de las listas de cuneros consiste en comprobar cuántas listas consiguieron menos votos que candidatos presentaban. Es decir, cuántas listas no fueron votadas ni por la familia de los integrantes ni por los propios candidatos. Siguiendo este criterio, el PSC sumó en 1995 al menos 59 listas fantasmas, el PP presentó 30 y Esquerra 18. De entre estas candidaturas hubo 22 listas del PSC, 10 del PP y 7 de ERC que no consiguieron ni un solo voto. En cambio, en todas las listas de Convergència i Unió (CiU) y de Iniciativa per Catalunya el número votos superó el total de candidatos presentados. El PSC y el PP justifican esta práctica afirmando que sirve para garantizar al máximo número de ciudadanos el derecho a un voto político que vaya más allá de la gestión del consistorio. Este voto explica, por ejemplo, que el PP obtuviera en 1995 un concejal en Masquefa (Anoia), de 3.300 habitantes, a pesar de que ni uno solo de los miembros de la lista estaba empadronado en este municipio. Y lo mismo le sucedió en Lliçà de Vall (Vallès Oriental), de 4.500 habitantes. En segundo lugar, fuentes del PSC y el PP explican que esta práctica es una forma de hacer frente al caciquismo que, a su juicio, persiste en algunas localidades de la Cataluña interior, el cual hace muy difícil la presentación de candidaturas alternativas a la oficial. De hecho, en estas próximas elecciones municipales hay 116 localidades de Cataluña en las que se presenta una sola candidatura, que ya tiene garantizada la alcaldía: 95 de CiU, 10 del PSC, 2 del PP, 1 del Partit per la Independència (PI) y 9 independientes. Hay también otras razones menos confesables para esta práctica. De entrada, la ley electoral permite un gasto suplementario a las formaciones que se presentan al menos en el 50% de los municipios de la provincia. Además, los representantes en los consejos comarcales se escogen en función del número total de votos que los partidos obtienen en la comarca. En las elecciones del próximo 13 de junio, el PP ha incrementado su presencia en un 500% en las comarcas de la Cataluña interior, como Osona, Berguedà y Bages, aunque para ello ha tenido que movilizar a decenas de militantes de Barcelona, según admiten fuentes de las direcciones comarcales. En Avinyó (Bages), por ejemplo, ninguno de los 12 de la lista del PP tiene relación con el municipio. Las mismas fuentes indican que los refuerzos de Barcelona alcanzan el 70% de los miembros de las listas del PP en Osona y el Berguedà y rondan el 40% en el Bages. No obstante, la mayoría de los cabezas de lista de estas comarcas viven en el pueblo en el que se presentan, aunque la candidatura es completada por militantes de Barcelona. El PI ha hecho también un esfuerzo suplementario para "garantizar la posibilidad de votar a una opción independentista". Es cuando menos sorprendente que el PI encuentre dificultades para implantarse en localidades intermedias y en cambio tenga presencia en la gran mayoría de los pueblos de menos de 250 habitantes, que se rigen por el sistema de listas abiertas y permiten presentar un único candidato. El PI presenta 52 listas de una sola persona, lo que supone el 51% del total, un porcentaje muy superior al del resto de los partidos. Salvo IC-V y Esquerra Unida Alternativa (EUiA), todos los partidos presentan un buen número de listas integradas por un único candidato, sin ni siquiera suplente, cuando el número de municipios que tienen un único concejal alcalde no llega a los 30. El PSC presenta 91 listas uninominales (el 15% del total); el PP, 55 (11%); el PI, 52 (51%); CiU, 30 (3%), y ERC, 20 (5%).

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