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Yeltsin cancela su entrevista con Aznar alegando que está en la cama con bronquitis

Borís Yeltsin ha pasado por una operación a vida o muerte para implantarle cinco puentes cardiacos, por varias neumonías e infecciones respiratorias, por una úlcera sangrante de estómago y por numerosas hospitalizaciones. Incluso se ha especulado con que padece arteriosclerosis cerebral o el mal de Alzheimer. Aún no está claro, sin embargo, si la bronquitis que, según le dijo ayer a José María Aznar, le obligó a guardar cama y a suspender la entrevista que ambos tenían previsto mantener, debe incluirse en su interminable ficha médica o en el capítulo de las enfermedades imaginarias. El propio portavoz del Kremlin, Dimitri Yakushkin, sostuvo que su jefe se encontraba perfectamente.

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Yeltsin, que el sábado pasado ganó en la Duma la batalla de la destitución, libra hoy otra en el mismo escenario, en el que su candidato a primer ministro, Serguéi Stepashin, se somete a una votación para aceptarle o no en el cargo. En estas circunstancias, resultaría sorprendente que el líder del Kremlin dijese que está enfermo sin estarlo. No menos sorprendente es, sin embargo, que se deje que sea un Gobierno extranjero el que anuncie que el debilitado organismo del presidente ha vuelto a hacer sonar la señal de alarma, con todo el potencial desestabilizador que eso supone en Rusia, donde la única vara de medir el poder sigue siendo todavía el líder del Kremlin. Fuentes de La Moncloa afirmaban al caer la tarde que a Aznar le interesaba "salir en la foto", pero a Yeltsin también, para dar con ello al mundo sensación de normalidad en estos tiempos de crisis. Por eso, en el entorno del presidente español se interpretaba que, si canceló la entrevista en el último momento, fue porque confió hasta entonces en poder mantenerla, aunque hiciera algún tiempo que no se encontrase ya bien. El pasado sábado, mientras se le enjuiciaba en la Duma, el líder ruso se sometió en el hospital clínico central a exámenes médicos oficialmente calificados de "rutinarios". Luego se trasladó a su residencia campestre de Rus, a unos 150 kilómetros de Moscú, de la que parece que no se ha movido desde entonces. Una hora antes La entrevista con Aznar, acordada con semanas de antelación y que figuraba en el programa oficial, fue anulada a última hora, con los periodistas esperando ya en la plaza Roja para pasar los rigurosos controles del Kremlin. Fuentes diplomáticas señalan que Aznar fue informado después de las diez de la mañana (la cita era a las once) mientras conversaba con el presidente del Consejo de la Federación, Yégor Stróyev. El ministro portavoz, Josep Piqué, puso al mal tiempo buena cara y declaró que sólo se había producido "un cambio de formato": el encuentro personal se transmutó en conversación telefónica. Eso sí, larga (unos 45 minutos) y "absolutamente fluida", aunque "es verdad que el presidente ruso tosía". Al parecer, hubo también incómodas pausas e interrupciones de parte de Yeltsin. Según Piqué, el propio líder del Kremlin se disculpó ante Aznar y aseguró que guardaba cama aquejado de bronquitis, por lo que, en opinión del ministro, había que agradecer a Yeltsin la deferencia que había tenido de conversar pese a todo con su invitado. La charla, señaló, trancurrió "en términos muy vivos, muy francos", y versó fundamentalmente sobre la crisis de los Balcanes. Las opiniones de ambos dirigentes "fueron muy distintas, muy diferenciadas", pero se constató que Rusia no piensa abandonar su labor mediadora y que existe una voluntad común de "avanzar hacia una solución diplomática". El servicio de prensa presidencial informó luego de que Yeltsin dijo a Aznar que la continuación de la agresión de la OTAN contra Yugoslavia, no sólo está bloqueando la solución del conflicto de Kosovo, sino que mina los logros alcanzados en los últimos años para superar la guerra fría. En declaraciones a EL PAÍS el portavoz oficial de Yeltsin, Dimitri Yakushkin, se mostró poco después totalmente sorprendido por las palabras de Piqué, y afirmó que el presidente se encontraba perfectamente y que la entrevista con Aznar ni siquiera estaba prevista. Poco antes, sin embargo, el ministro de Asuntos Exteriores, Ígor Ivanov, sostenía que la reunión estaba en la agenda y que él mismo estaba invitado. Fuentes diplomáticas informaron de que Ivanov se enteró del cambio de planes cuando iba en su coche camino del Kremlin, y avisó a Aznar. Luego le acompañó a la Universidad Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú donde el presidente aprovechó su conferencia para arremeter de nuevo contra los nacionalistas. El futuro de la Unión Europea podrá decidirse "cuando las sillas sean 20 o 25", afirmó en referencia al ingreso de nuevos Estados. "Pero no si hay 200 o 300 sillas", en alusión a la pretensión nacionalista de una Europa de las nacionalidades.

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